Lo que no cambia

Por EQUIPO AICTS / 28 de agosto de 2015

Septiembre supone la reactivación de la actividad, la vuelta a las clases en el caso del ámbito universitario, aunque tampoco se detiene. Hace años, el verano suponía un paréntesis en numerosas cuestiones de actualidad, pero esos tiempos pasaron. Con la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación e Internet, nuestro mundo se ha reducido y ampliado a la vez. Estos meses de julio y agosto no han dado descanso en muchas de las cuestiones que observábamos hace tan solo unas semanas, al contrario.

Indescriptible es la situación de la inmigración en Europa. No es un tema nuevo, ni mucho menos, pero parece que estos meses se han disparado numerosas alarmas. La crisis de los refugiados procedentes, en su gran mayoría, de Siria, Irak y Eritrea, provocaron noticias e imágenes desoladoras en el Mediterráneo, con embarcaciones a la deriva, naufragios, centenares de muertos y desaparecidos, etc. Una crisis a la que la Unión Europea no encuentra respuesta y que se ha recrudecido con nuevas imágenes ante las que no podemos ni debemos quedarnos impasibles en Francia, Macedonia, Alemania, Hungría, etc. Son personas que, en su grandísima mayoría, no han elegido salir de sus países, abandonarlo todo, en muchas ocasiones con lo puesto, sino que ha sido por obligación, para buscar un futuro mejor o para sobrevivir.

En España, los grandes indicadores macroeconómicos hablan de una recuperación económica, de un crecimiento como al anterior a la crisis, pero nada de eso se refleja en los hogares y las familias. Al contrario, los salarios permanecen congelados y el empleo que se está generando responde a perfiles como la parcialidad y la temporalidad. Difícilmente podemos hablar de una recuperación si millones de familias y personas siguen estando en la pobreza y la exclusión social, si el salario de un empleo no da para vivir con dignidad. La crisis, que ha golpeado con fuerza en los cimientos del Estado de Bienestar, no ha terminado, el problema es que sus consecuencias se hayan tornado en estructurales.

Los grandes retos continúan, la desigualdad sigue estando más que presente, aunque parece que nos hemos acostumbrado en estos años a una maraña de indicadores que nos hablan de pobreza y exclusión social, de colectivos vulnerables, y que en cierto sentido nos han anestesiado. Pero la labor del Trabajo Social y del conjunto de las Ciencias Sociales es despertarnos de esa anestesia y no dejarnos caer en ella. Es nuestro compromiso, nuestra responsabilidad.