El empobrecimiento de los trabajadores que no cesa

Por EQUIPO AICTS / 29 de octubre de 2016


La crisis sistémica que comenzó en 2008 ha provocado una mayor precarización de los trabajadores, siendo un proceso que muestra claramente una dualización de la sociedad y que sienta las bases para la reproducción de las desigualdades y la generación de otras nuevas. Los estudios y los indicadores sobre la evolución de la pobreza inciden en esta cuestión. Recientemente se ha publicado el informe El Estado de la Pobreza. Seguimiento de indicador de pobreza y exclusión social en España 2009 - 2015 de la Red Española de lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) que muestra los efectos de la crisis y de las políticas de exclusión, con un aumento en casi dos millones de personas en situación de pobreza con respecto a 2009. Además, el contar con un trabajo remunerado ha dejado de ser una garantía para no caer en la pobreza y la exclusión social, una transformación que ya se había producido en otras sociedades anteriormente, incluso desde hace décadas, por ejemplo en Estados Unidos (donde es habitual contar con dos empleos) o el caso de los “minijobs” en Alemania, por citar sólo dos ejemplos. La precarización del empleo y el hecho de que una buena parte del que se genere sea temporal y parcial han quebrado ese valor del trabajo.

EAPN indica, siguiendo datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2015, que el 9,9% de los trabajadores por cuenta ajena se encuentran en situación de pobreza, mientras que entre el colectivo por cuenta propia asciende al 25,5%, siendo unas cifras superiores a la media europea, 7,4% y 22,5% respectivamente. Los datos reflejan un escenario que se presenta y se asume como prácticamente irreversible y con unos gobiernos y administraciones que no muestran mucho margen de maniobra.

Y es que la situación se ha tornado estructural, impulsando esa dualización que señalábamos anteriormente de la sociedad. En el caso español, la estructura productiva parece seguir un camino de terciarización no cualificada y precarizada. En una nueva división internacional del trabajo, las diferentes regiones parecen ir asumiendo sus roles, y el sur de Europa no es una excepción. En este contexto, y con un desempleo que en España ha bajado recientemente del 20% por primera vez desde 2010, el riesgo para la cohesión social es cada vez más elevado, y con unas transferencias sociales cada vez más reducidas.

Con un empleo precarizado, con los nuevos trabajos cada vez más alejados del modelo “sólido” (y destinado a una parte de la población, no hay que olvidarlo) característico de la etapa anterior del capitalismo, y junto con la flexibilización de las relaciones laborales, no sólo está en peligro la cohesión social. Primero, porque las administraciones recaudan menos impuestos de las rentas del trabajo, auténticas sustentadoras del sistema, lo que afecta directamente a los servicios públicos y las pensiones. De esta forma, también se refuerza un discurso de carácter neoliberal que aboga por las privatizaciones, lo que deja el acceso a determinados recursos para las personas que se los puedan pagar mientras que, otra parte de la sociedad, sobrevivirá agarrada a la caridad o la beneficencia. Y, en segundo lugar, porque no sólo hay una reproducción de las desigualdades existentes, que seguirán existiendo a través de los hijos e hijas, nietos y nietas, de las personas en situación de pobreza y exclusión social, sino que se generarán nuevas porque colectivos que se encuentran en las clases medias han realizado un camino descendente con respecto a la clase social. La movilidad social ascendente es cada vez más complicada y difícil y el acceso a unos estudios superiores ya no la garantiza debido a que no permite, por lo menos a corto y casi a medio plazo, alcanzar un buen empleo.

El escenario es muy complejo porque no depende únicamente de lo que un país o una sociedad puedan hacer ya que nos encontramos en un mundo globalizado y altamente interdependiente. Pero, no cabe duda, que subvertir estas tendencias se ha convertido en uno de los grandes retos de nuestro tiempo y de los más colosales.