Los retos del envejecimiento

Por EQUIPO AICTS / 15 de agosoto de 2018


En las últimas semanas han sido publicados diferentes reportajes en los medios de comunicación sobre el proceso de envejecimiento de la población, el aumento de la longevidad y los retos en relación a la dependencia y los cuidados. Ciertamente, nos encontramos ante la clase de artículos que, frecuentemente, vienen señalando los diferentes desafíos de nuestras sociedades occidentales en relación al envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, hecho que también tiene diferentes implicaciones. Desde AICTS, una de las principales líneas de investigación y trabajo abordada es la relativa a esta cuestión, enfocada fundamentalmente a partir del Trabajo Social pero sin descuidar al resto de las Ciencias Sociales. De hecho, la profesora de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UNED, Directora del Departamento de Trabajo Social de esta universidad, e integrante de AICTS, Laura Ponce de León Romero, será una de las coordinadoras de la mesa de trabajo "Cómo afrontar el envejecimiento de la población" en el III Congreso Internacional de Trabajo Social (CIFETS 2018) y XII Congreso de Facultades y Escuelas de Trabajo Social, que tendrá lugar en Bilbao del 14 al 16 de noviembre de 2018


Es un hecho contrastado que el aumento de la esperanza de vida sigue de forma ascendente, superando los ochenta años e incluso con perspectivas más elevadas. Sin embargo, no es menos cierto que aparecen aquí retos en relación a cómo afrontar ese envejecimiento de la población. En primer lugar, hay que tener en consideración la heterogeneidad de situaciones, en función del estado en que se llegue a la vejez. Todo el mundo no mantiene las mismas capacidades y la variabilidad de posibilidades es amplia, dándose casos de personas que siguen muy activas en ese periodo de su vida y otras aquejadas de enfermedades, discapacidades o las derivadas por el deterioro de la edad. Igualmente, también se plantea el hecho del cómo se vivirá en ese periodo en un contexto de debate en torno a las pensiones, con profundas transformaciones en el mercado laboral y la estructura productiva, lo que implica menos cotizantes, en un escenario de regresión demográfica, y enormes dudas en relación a la sostenibilidad del sistema. Es, sin duda alguna, uno de los grandes desafíos y retos para abordar ya a corto plazo. 

Pero, otra de las cuestiones centrales de todo este proceso, es el relativo a la dependencia y los cuidados. Las diferentes formas de llegar y vivir la vejez, el incremento del número de personas que llegan a esta etapa de la vida, y el aumento de la longevidad, están poniendo el acento también en los cuidados. Sin embargo, los recortes y ajustes que se han llevado a cabo en el Estado de Bienestar y en las políticas públicas, especialmente a partir de la crisis de 2008, han generado muchas dudas en relación a los cuidados. Es obvio que serán cada vez más necesarios y que más personas serán susceptibles de precisarlos, pero no es menos cierto que, de seguirse en esta dirección, las personas dependerán cada vez más de los recursos que hayan podido acumular a lo largo de su vida o de la solidaridad familiar, recayendo la atención en no pocas ocasiones en personas de la misma familia, generalmente mujeres. Este hecho no es tampoco una novedad en un Estado de Bienestar de carácter familista, como es el caso del español. Afrontar la cuestión de los cuidados desde el ámbito de las políticas públicas implica tomar en consideración que no pueden quedar en manos del mercado o depender de las posibilidades de las personas y las familias, sino que debe ser un ámbito central de las mismas, aunque nuestra posición de partida no sea la más favorable ya que los Servicios Sociales ha sido la parte menos desarrollada de nuestro Estado de Bienestar.