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Las cuestiones territoriales
Por EQUIPO AICTS / 12 de enero de 2025
En el Blog de AICTS, y en consonancia con líneas de investigación y de trabajo de integrantes de nuestra entidad, se ha prestado especial atención en los últimos años a los desequilibrios territoriales. Este proceso ha ido pasando por diferentes fases y parece que hemos entrado en otra nueva. En el caso español, que tiene sus especificidades en relación a lo que pasa en otros países, el tema territorial se centró en la despoblación del medio rural durante un buen tiempo. Los desequilibrios regionales se consideraban desde una perspectiva estructural y, además, los mismos no eran tan elevados como en el pasado gracias a la evolución de nuestro país, a la construcción de un Estado de Bienestar y de un Estado de las Autonomías. Estos dos modelos no pueden verse de forma separada y, a pesar de las imperfecciones del segundo, no es menos cierto que ha sido exitoso en buena medida. Las brechas territoriales, entre zonas más industrializadas y zonas que se habían quedado relegadas en ese sentido, o que no habían contado directamente con una industrialización; entre el norte y el sur, que hemos abordado en otras ocasiones; o entre las grandes ciudades y otros núcleos, se daban por supuestos y mitigados. En el siglo XXI, ya en su segunda década, la despoblación del medio rural, un territorio también heterogéneo, se posicionó en la agenda pública. Aunque la despoblación del medio rural venía produciéndose desde la segunda mitad del siglo XIX, aunque tras la Guerra Civil española se aceleró, y a pesar de que había actores y agentes que hacían hincapié en la situación del medio rural, con ausencia de ciertos servicios durante mucho tiempo, parece que la mayor parte de la sociedad, y de las instituciones políticas, descubrió el escenario del medio rural en ese momento. Se produjo un movimiento de reivindicación y demanda, un relato en el que el medio rural combinaba la puesta en valor y la idealización con el victimismo, y se generaron incluso partidos y agrupaciones políticas en determinadas zonas. Pero, el tablero había cambiado tanto en todos los aspectos, que el debate parecía llegar tarde, aunque no es menos cierto que esa puesta en valor y la consideración de estas zonas y de las personas que habitan en las mismas, o que aspiran a hacerlo, ha sido positiva. Otra cuestión distinta es cómo revertir el proceso.
A continuación, y teniendo en cuenta factores estructurales y globales, el debate de la despoblación se transformó en el de los desequilibrios territoriales. Si hemos señalado que Estado de Bienestar y Estado de las Autonomías, entre otros procesos, permitieron una evolución de los territorios, en su conjunto, la realidad se nos mostró diferente hace una década, aunque la situación se venía germinando desde antes. Desindustrializaciones, especializaciones en sectores no cualificados, salida de jóvenes hacia las grandes ciudades, etc., fueron dando lugar a unas nuevas brechas, que también ocurrían en todos los países occidentales. Una de las causas estaba en lo que se denominó los "perdedores de la Globalización". Las grandes urbes metropolitanas seguirían siendo el lugar en el que ocurrían las cosas, los lugares que concentraban las principales actividades productivas y económicas. En definitiva, el lugar en el que estar. Se había dicho que, con Internet, se podría trabajar en cualquier lugar. Se había constatado como muchas ciudades y territorios habían dado importantes saltos hacia adelante. Pero, la realidad les había llegado a un escenario parecido al de hace unas décadas, salvando las distancias. No, no se trataba de una "segunda despoblación", como indicaban algunos autores, pero sí que implicaba un aumento de las desigualdades. El debate, se llevó a ese escenario y, de nuevo, las instituciones políticas lo reflejaron. Sin embargo, como el caso del medio rural, revertir este proceso es otra cuestión diferente.
Y llegamos a 2025. Y la realidad es muy diferente. No en el sentido de que estos dos procesos están presentes, la situación del medio rural y los desequilibrios territoriales, sino en la toma de conciencia de que el presente, y el futuro, sigue siendo de las grandes metrópolis. Mientras que el medio rural sigue estando en una posición compleja, con una población que se mantiene o reduce, con un envejecimiento de la misma, y con experiencias de éxito, obviamente, considerando factores clave como la movilidad, el papel de la mujer, etc.; mientras que las regiones en situación de vulnerabilidad siguen con los mismos problemas, no hay generación de empleo en actividades del sector Secundario y, en no pocos casos, se ha dado una apuesta clara por sectores como el Turismo; es evidente que el protagonismo de las grandes metrópolis se acelera y se ha consolidado. En el caso de España, esa gran metrópoli es Madrid, cuyo modelo de crecimiento está institucionalizado. De esta forma, el futuro del debate territorial, al menos a corto plazo, parece haber entrado en una nueva dimensión que nos lleva a ser pesimistas en relación a la reducción de los desequilibrios. Obviamente, las capitales de los territorios, a nivel nacional, regional, provincial, tienen unas responsabilidades con sus territorios en el sentido de articular y vertebrar a los mismos. Y, seguramente, ahí está uno de los puntos centrales del debate y de las actuaciones políticas. Veremos.