Adolescencia

Por EQUIPO AICTS / 17 de marzo de 2025

pokemon pokemon go phone game 159395Todas las etapas de la vida tienen sus situaciones y especificidades, sus retos y desafíos. Vivimos en un periodo en el que, en no pocas ocasiones, ritos de las diferentes etapas se han trastocado y, además, también se han producido transformaciones en los tiempos que podían durar las mismas. Es evidente que algunas de ellas, especialmente las iniciales y las finales, tienen unas fronteras más definidas, especialmente por cuestiones biológicas, pero otras no. De hecho, no faltan visiones que señalan que, por ejemplo, ser joven no depende de la edad sino de cómo uno se sienta y se tome la vida. Pero, no cabe duda de que si hay una etapa que está siendo trastocada especialmente en nuestro tiempo es la de la adolescencia y la primera juventud. Una etapa de la vida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que va de los 10 a los 19 años, lo que también nos muestra una elevada diversidad de situaciones, porque no es lo mismo de 10 a 15 años que de 16 en adelante, a los 16 se ha podido dejar de estudiar y comenzar a trabajar. Es una etapa que fija buena parte de los aspectos de nuestra identidad, una etapa que tiene unas consecuencias que pueden ser determinantes en muchos aspectos. La adolescencia, por tanto, es una época de cambio, de transformación, de búsqueda, de encuentro, pero también de dudas e incertidumbres. Nuestra época es fascinante para ser adolescente, seguramente todas lo han sido, pero no es menos cierto que sus condiciones también implican un aumento de esas dudas, incertidumbres y desafíos en comparación con las anteriores. Además, también contamos con un enorme volumen de información sobre la misma, sometida a un continuo escrutinio. Pero, a pesar de ello, también existe incomprensión y cuestionamiento de unas generaciones, como siempre ha ocurrido. 

ETHIC publicó un interesante artículo, firmado por Patricia Fernández Martín, bajo el título "¿Cómo es ser adolescente hoy en día?". En el mismo, se identifican algunas de las cuestiones que afectan a este colectivo, como por ejemplo la soledad no deseada, la precariedad laboral y la conexión digital. Para abordar estos complejos escenarios, se incide en el papel del apoyo familiar, así como la prevención a través de programas comunitarios, que sirvan de prevención y apoyo a situaciones que se pueden generar vinculadas a esta soledad o a determinadas adicciones, cobrando especial atención la cuestión de las tecnologías. No cabe duda de que, una de las cuestiones centrales a la hora de abordar la situación de los y las adolescentes es el papel de las citadas tecnologías. Este cambio, en los últimos 25 años, es un proceso estructural, que afecta a todos los ámbitos de la vida y a todos los colectivos. Pero, en el caso de los y las adolescentes es todavía más amplio. Las tecnologías son omnipresentes y, en mayor medida, en este grupo. Buena parte de sus interacciones pasan por el papel de las Redes Sociales, por ejemplo, fundamental las más visuales y basadas en la imagen, como son Instagram y TikTok. Una sociedad que también se basa en exponerse públicamente a través de estos canales. Pero, este hecho no afecta únicamente a adolescentes y jóvenes, por mucho que habitualmente se incida en ello. Pero, obviamente, en unos colectivos de esas edadas, tan sensibles y en un periodo de construcción de su identidad, la exposición a las Redes Sociales y las pantallas puede tener consecuencias muy graves. La prevención y gestión de estos procesos, por ejemplo con cuestiones como la soledad no deseada, paradójica en un tiempo de tanta conectividad pero real, es clave. Pero, la digitalización es una realidad estructural, como decíamos, y llega a todos los niveles. La consecuencia más dura son los casos en los que se produce una adicción a las pantallas, y este hecho también ocurre a otros grupos de edad y no es exclusivo de estos colectivos, y para ello insistimos en la necesidad de la prevención y la gestión. Paradójica una época en la que decimos que esta situación es un problema pero, por otra parte, toda nuestra vida se basa en las tecnologías.

Otra cuestión clave que aborda el artículo de Fernández Martín es el acceso al empleo. Es un tema que, en el Blog de AICTS, hemos señalado en numerosas ocasiones para los jóvenes. En el caso de las personas que con 16 años entran en el mercado laboral, la situación se complejiza mucho más. Por un lado, hay que tener en cuenta que son colectivos que han dejado los estudios por lo que su cualificación será, en el mejor de los casos, el graduado de Secundaria. Es decir, la limitación de trabajos y su tipo es alta, enfrentándose a una precariedad que puede ser el primer paso de la misma y alargarse, o bien es una estación más en ese camino porque su origen socioeconómico va a determinarlo. Por otra parte, hay personas que a partir de los 16 años se ponen a trabajar por necesidad, aunque sigan estudiando, o por entrar en el mercado laboral y contar con unos ingresos para sus gastos. En ambos casos, y con el esfuerzo que supone, la situación es similar a la anterior, y es encontrarse en un mercado laboral con precariedad. Sí, sabemos que antes la situación no era muy diferente, pero ha ido claramente a peor, sin entrar en idealizaciones del pasado.

Por lo tanto, situaciones complejas para los y las adolescentes. Sí, como siempre ha sido, y es obvio que hubo épocas en las que ser adolescente era mucho peor, como todo. Pero, en la actualidad, este colectivo se enfrenta a retos y desafíos que nos afectan a todos porque, por un lado, debemos tener en cuenta la responsabilidad intergeneracional y, por otra parte, que son las personas que van a definir y protagonizar la sociedad del mañana. 



 


































































 

 

 


 



 

 
















El impacto del descenso de la natalidad en el sistema educativo

Por EQUIPO AICTS / 10 de marzo de 2025

El debate sobre el impacto del descenso de la natalidad en el sistema educativo está encima de la mesa hace tiempo. Sin embargo, ante el proceso que estamos viviendo, el escenario está presentándose ya como urgente. El pasado 28 de febrero, Ignacio Zafra publicaba en El País un extenso reportaje que abordaba la situación, con diferentes visiones sobre la situación en relación a las medidas a tomar. Bajo el título "'En clase de mi hija son 10': empiezan a morir colegios por falta de niños en las ciudades", se mostraban casos en los que había centros educativos que estaban ya en un claro retroceso en las matriculaciones de niños y niñas en Educación Infantil. Estos testimonios se completaban con la visión de distintos expertos sobre las medidas a abordar ante este escenario que es estructural. Partiendo de la base de la medida que ha comenzado a articular el Gobierno Vasco para fusionar centros educativos, se presentaban las visiones de reconocidos expertos como Lucas Gortazar, de EsadeEcPol, que incidía en que esta solución sería la que tendría que ir dándose en el resto de España, además de incidir en que se cerrarán centros educativos. El mismo escenario, en relación a la fusión de centros, señala la Fundació Bofill. Pero, por otro lado, diferentes visiones desde el ámbito de las administraciones educativos relativizaban la situación, presentándose como una oportunidad para la bajada de ratios. Otros de los debates que se recogían en este artículo era la situación de los cierres en relación a la titularidad de los centros, públicos o privados concertados, así como en el caso del empleo. De esta forma, el cierre de centros afectaría al empleo, especialmente en los segundos, ya que en los primeros su impacto sería más relativo, debido a la condición de funcionarios, pero sí que tendría consecuencias en las interinidades y en las futuras contrataciones. En el caso de los concertados, ya hay casos de fusiones de centros en los que ha habido un impacto en el empleo.

El escenario, por lo tanto, es complejo y precisa de una planificación ante esta situación. Como hemos señalado anteriormente, no está siendo algo inesperado ni imprevisto. Al contrario, la situación de la bajada de la natalidad viene dándose desde hace décadas y, a pesar de mitigaciones vinculadas al impacto de la inmigración y a que las últimas generaciones del "baby boom" tuvieron sus hijos tardíamente, alrededor de los 30 años, en los años 2008-2010, la situación es complicada. La natalidad ha seguido descendiendo y cada vez se observan más dificultades para tener hijos en parejas que tienen como parte de su proyecto de vida el tener hijos e hijas. El retraso de la edad del primer hijo sigue aumentando y la precarización del empleo y de las condiciones de vida, el acceso a la vivienda, y el hecho de que la estabilización laboral y profesional se alargue en el tiempo, condicionan claramente esta situación. De esta forma, con unos índices de fecundidad que apenas superan el hijo por mujer, con desequilibrios territoriales pero con un escenario negativo en todas las regiones, el dato es concluyente: en una década, España ha perdido casi medio millón de alumnos y alumnas. 

Hay que recordar que, a pesar de sus debilidades y disfuncionalidades, la evolución del sistema educativo español, con las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas, ha sido uno de los grandes cambios de la sociedad española en las últimas tres décadas. A lo largo de los últimos años, uno de los debates más recurrentes ha sido también el del descenso de las ratios, para garantizar una mejor calidad y una atención más personalizada de la educación. Además, también los debates han contado con el escenario de la oferta educativa, en un país en el que la libertad de elección de centro es un derecho. El aumento de la oferta de la educación privada concertada, también con importantes desequilibrios regionales, ha estado en el debate. Sin embargo, no es menos cierto que, a pesar de estos escenarios, no se han producido grandes cierres de centros. De hecho, aunque se han dado también en ciudades, la mayor parte de los mismos se han producido en entornos rurales afectados por procesos de despoblación. Y sin olvidar que las ratios para mantener una escuela abierta en no pocas Comunidades Autónomas son cinco estudiantes por escuela, dándose el caso de situaciones en las que hay colegios con tres o cuatro niños y niñas.

El escenario está ahí y la fusión de centros es una realidad que ya se está dando en algunos lugares. También se están produciendo situaciones en centros concertados en los que se da ese proceso, con su impacto en el empleo. Por otra parte, el debate sobre la reducción de las ratios puede tener un límite, ¿hasta qué cifra se puede llegar? Además, la cuestión del aumento de la oferta educativa tanto en el caso de la pública como de la concertada es relevante, cuando se observa que, en la actualidad, sobran plazas. Un debate, por lo tanto, muy importante porque afecta a uno de los derechos básicos como es la Educación y precisa de planificación y estrategia no solo al corto plazo, sino al medio y largo plazo, aunque las proyecciones de población indiquen que, en la próxima década, pueden darse leves repuntes a medida que diferentes grupos de edad vayan llegando a la natalidad. Pero, obviamente, eso no será una solución a un escenario como el actual. 



 


































































 

 

 


 



 

 
















A vueltas con la vivienda (y sin solución)

Por EQUIPO AICTS / 03 de marzo de 2025

En el Blog de AICTS, son numerosas las entradas que hemos dedicado en estos años a la cuestión de la vivienda, su situación y la accesibilidad. Las últimas, no hace mucho tiempo. Y es que, una vez más, debemos incidir en el escenario del mercado de la vivienda y de cómo se está produciendo una exclusión del mismo para numerosos colectivos. La vivienda digna es un derecho pero, como pasaba hace dos décadas y media y durante buena parte de la primera década del siglo XXI, este derecho es papel mojado. Las noticias que van surgiendo sobre la vivienda muestran nuevos datos e indicadores sobre las enormes dificultades para buena parte de la población para acceder a la misma. Y el escenario no va a mejor, al contrario, a peor. No se atisban soluciones de carácter político que puedan regular un mercado que se ha descontrolado a lo largo de estos últimos años.

Hay que partir de la base, como hemos planteado en otros artículos, que la cuestión de la vivienda en España tiene unas características estructurales y específicas. Somos una sociedad que valora especialmente la vivienda en propiedad, como un mecanismo de seguridad de "tener algo tuyo". Esta mentalidad, muy interiorizada por generaciones y generaciones, que sigue estando presente, ha sido parte de nuestra socialización y se relacionada con un proceso de movilidad social y de construcción de unas clases medias. Es decir, la vivienda en propiedad era un símbolo de estatus. La vivienda en alquiler, por el contrario, se entendía como algo provisional, como un paso previo, o como una muestra de la imposibilidad de poder acceder a una vivienda en propiedad. Muchas generaciones recordamos el mantra que era lugar común: "un piso en alquiler, es tirar el dinero". Sin embargo, durante parte de este periodo, acceder al mercado del alquiler era más factible y viable que al de la propiedad. Es decir, había un stock de viviendas en alquiler que eran accesibles y que permitía otras acciones dentro del proyecto de vida. Te podrían estigmatizar, pero se podían pagar los alquileres.

También hemos señalado en no pocas ocasiones todo lo ocurrido en aquellos años de la "burbuja inmobiliaria", un periodo terrible para la cuestión de la vivienda en el que el mercado se desató a través de varios factores. Además de los sociológicos y culturales, era una época de expansión económica, con no pocas personas de las generaciones del "baby boom", es sus estertores, accediendo a la vivienda en propiedad. Había factores como el hecho de que parte de estas generaciones habían retrasado su edad de emancipación, por estudios y precisamente por conseguir una vivienda en propiedad, lo que les había permitido contar con ahorros gracias a haber vivido en casa de sus padres. Además, sus familias, en caso de ser posible, también les iban a apoyar con ayudas para entradas, por ejemplo. Finalmente, el sistema bancario iba a facilitar el crédito, lo que también empujó a un mercado de la vivienda a niveles desconocidos. Nuestras ciudades cambiaron radicalmente, surgieron nuevos barrios en todas ellas. Compraban las viviendas las personas que accedían a la misma por primera vez, sí, pero también sus padres y madres que, muchos de ellos procedentes de las clases trabajadoras, dejaban sus barrios en los centros de las ciudades para irse a estas nuevas zonas. De nuevo, una cuestión de movilidad y de estatus, pero especialmente de mejora de sus condiciones de vida. El incremento del precio de la vivienda en propiedad, no el del alquiler, generó una situación en la que personas y familias se hipotecaban para 30 o 40 años. Lo que vino después, con el estallido de la "burbuja inmobiliaria", todo el mundo lo recuerda: crisis estructural de un sector, desempleo, desahucios... Y el error de pensar que esto no podría volver a ocurrir, pero está pasando de nuevo.

Hoy, la crisis del acceso a la vivienda tiene otras connotaciones. Afecta por igual al precio de la vivienda en propiedad y al alquiler. Es decir, no se salva ya ningún ámbito. La transformación de las ciudades, la turistificación, la presión sobre el mercado, son factores determinantes que han dado lugar a la situación ya descrita en otras entradas del Blog. Esta semana, dos artículos y noticias han incidido en la cuestión. En ETHIC, Raquel C. Pico analizaba el escenario en un interesante trabajo bajo el explícito título "La expulsión inmobiliaria". Los datos, no por conocidos, son elocuentes. Las enormes diferencias entre el aumento del precio de la vivienda, insistimos que tanto en propiedad como en alquiler, y el de los salarios; la precarización y la imposibilidad de comprar un piso para una parte de la población. Pico termina el artículo indicando que "Algunos análisis ya advierten que la brecha del mañana para la población millennial será entre quienes hereden casa de sus padres y quienes no". Y aquí aparece un elemento clave como es, una vez más, la importancia del origen familiar y su nivel económico. La herencia será una vivienda en propiedad, está claro. Esta cuestión, el peso de la familia en el acceso al mercado de la vivienda, o en contar con una, se relaciona con la noticia que publicaba El País titulaba "Las familias donan más dinero que nunca a los hijos para ayudarles a comprar una vivienda", señalando que, en 2024, los notarios habían registrado más de 200.000 cesiones de dinero a familiares para la compra de vivienda. Es la cifra más elevada en la historia de España en este indicador. De nuevo, como en tantas ocasiones, la ayuda de la familia es determinante y puede condicionar el acceso a la vivienda. 

En definitiva, un escenario dantesco que nos muestra que no aprendimos mucho, o nada, del pasado. Que está volviendo a pasar, aunque de forma incluso más exagerada. Que las políticas públicas están fracasando en este sentido, no observándose una dirección clara en relación a cuestiones como la gestión del suelo, la vivienda de protección oficial (¿recuerdan aquellos sorteos?), o la vivienda y el alquiler social. Son parches que no cubren el grueso del problema. 


 


































































 

 

 


 



 

 
















La visión de las personas mayores

Por EQUIPO AICTS / 24 de febrero de 2025

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha dado a conocer los resultados de un sobre edadismo que se llevó a cabo a comienzos de 2025. Los principales resultados de esta encuesta, que contó con una muestra de más de 5.000 encuestas a mayores de 18 años en el conjunto de España, muestra algunos indicadores sobre la visión de las personas mayores, su situación y las principales problemáticas que les afectan. De esta forma, el 68,9% de los encuestados y encuestadas indicaron que este colectivo tiene muchos o bastantes problemas, mientras que la percepción de la situación en relación a los menores de 35 años era que el 82,5% pensaban que este grupo tiene muchos o bastantes problemas. El CIS recoge también los problemas que tiene este colectivo, además de la percepción del conjunto de la muestra sobre las mismos. De esta forma, el 25,1% indicaron que los principales problemas de las personas mayores es que no cuentan con recursos económicos suficientes para cubrir sus gastos cotidianos; el 18,1% señala que para este colectivo no hay suficientes recursos públicos en forma de centros de día, residencias, ayuda a domicilio, entre otros medios vinculados a la atención a la dependencia; y un 14,3% respondió que la soledad y la falta de contactos sociales de este grupo de edad. En este sentido, prácticamente el 90% de los encuestados y encuestadas señalaron que las personas mayores sufren más soledad que las personas jóvenes. 

Con respecto a los resultados que mostraron las personas mayores de 65 años, destacan algunas cuestiones que nos muestra algunas tendencias en nuestras sociedades. Por ejemplo, una de las cuestiones sobre las que se preguntó en este estudio del CIS es la relación con las Administraciones Públicas, en el sentido de la realización de gestiones y de ser atendidos y atendidas. De esta forma, casi el 50% de las personas mayores de 65 años indicaron que, cuando han tenido que llevar a cabo estas gestiones, se les ha señalado que tienen que pedir cita previa a través de Internet, no sabiendo cómo hacerlo. Además, uno de cada tres indicaba que muchas o bastantes veces se les había señalado desde una oficina pública que el trámite por el que hacían la consulta tenía que realizarse a través de Internet, sin darles opciones de hacerlo presencialmente. Para más del 50%, es muy difícil o difícil realizar gestiones con la Administración Pública y para un 47,2% "solventar contratos o incidencias con proveedores de electricidad, telefonía y seguros". Mejor escenario mostraba la atención en centros de salud, con un 72,5% indicando que era fácil o muy fácil pedir cita en los mismos.

Otra cuestión importante es la relacionada con el cuidado de nietos y nietas. Un 46,7% señalaron que habían tenido que hacerse cargo del mismo cotidianamente mientras sus padres trabajaban. También un 38,3% indicaron que antes llevaban a cabo esta función pero que, en la actualidad, ya no. Es interesante observar que, para el 58,6% de este colectivo encuestado, los hijos atienden peor que generaciones anteriores a las personas mayores, mientras que un 9,1% se situaban en el sentido contrario. Y, con respecto a cuestiones vinculadas al edadismo, la discriminación en función de la edad, un 22,9% señalaron que percibieron disgusto o impaciencia en las personas que les atendían por no entender bien lo que decían, mientras que un 31,1% han tenido esa percepción pocas veces, todo ello en los últimos 12 meses. El 10% se sintieron ignorados por la edad muchas o bastantes veces, mientras que un 24,3% pocas veces. 

Como se ha indicado anteriormente, estos datos muestran tendencias y situaciones que están muy presentes en nuestra sociedad, a pesar de los avances que se han logrado. En primer lugar, hay que reiterar la diversidad y heterogeneidad de las personas mayores. Sin embargo, sí que se observa a través de estos datos el hecho de que existe una parte de este colectivo que cuenta con importantes dificultades para cubrir sus necesidades. También que hay situaciones y escenarios de soledad entre las mismas, que es una de las cuestiones que más preocupan en los últimos años en relación a este colectivo. Muy interesante es también constatar las dificultades de parte de las personas mayores para relacionarse con las Administraciones Públicas, y otros ámbitos, en relación a los procesos de digitalización que se han llevado a cabo. Es otro aspecto que se viene alertando desde hace tiempo, y que no afecta a todo el colectivo por igual, pero que sí que está generando brechas significativas y que, además, da lugar a situaciones complejas en relación a determinados trámites, muchos de ellos cotidianos, para los que precisan de ayuda. Finalmente, el hecho de que casi el 60% de los encuestados y encuestadas mayores de 65 años piensen que los hijos e hijas actuales atienden peor a sus mayores que antes, es un indicador muy relevante, que tendría que dar lugar a reflexiones más profundas sobre cómo estamos atendiendo a las personas mayores. En definitiva, un estudio muy interesante que muestra datos y percepciones que inciden en la situación de este colectivo. 

 


































































 

 

 


 



 

 
















El cambio de sistema

Por EQUIPO AICTS / 17 de febrero de 2025

Durante los últimos dos años, la famosa cita de Antonio Gramsci "El viejo mundo se muere y el nuevo está por llegar, y en ese claroscuro surgen los monstruos" ha sido empleada continuamente para explicar el escenario en el que nos encontramos. Ciertamente, la misma es muy pertinente y en la época de Gramsci, primeras décadas del siglo XX, con todo lo ocurrido tras la Primera Guerra Mundial y el crecimiento del fascismo, era muy acertada. Y, de la misma forma, lo es en nuestro tiempo. Los cambios que se han venido dando en el primer cuarto de siglo de la centuria XXI cabría enmarcarlos en ese claroscuro que señalaba Gramsci, un periodo contradictorio y que ha ido dando lugar al crecimiento de populismos, polarización, tendencias iliberales, culminada en 2024 con la segunda elección de Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos. El tablero ya ha cambiado y no sabemos hacia dónde vamos.

Sí que sabemos de dónde veníamos. Nuestras sociedades, occidentales, habían vivido un periodo de su historia basado en la democracia liberal, el reconocimiento de derechos, el papel del Estado de Bienestar, aunque en diferentes versiones, y la creencia en un cierto concepto del progreso que parecía asentarse en un avance continuado. Lo cierto es que, en buena medida, esa promesa de progreso se iba cumpliendo, con cada generación viviendo mejor que la anterior. El capitalismo había salido vencedor del choque de bloques con el comunismo, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior colapso de la Unión Soviéitica. La Globalización estaba en camino de acelerar y la década de los noventa del siglo XX preparó el terreno para un siglo XXI que vio la expansión del capitalismo neoliberal. Todo este escenario iba dándose a la par que también se producían una serie de transformaciones en todos los niveles. Económicamente, no cabe duda de que se vivía una época de crecimiento. La nueva división internacional del trabajo y la liberalización del comercio internacional iba a ser determinante. Mientras que la industria era desplazada a otros países en vías de desarrollo, Occidente se desindustrializaba. Y, por otro lado, el sector primario seguía un camino muy similar. El mundo político, por su parte, parecía entrar en un periodo basado en una especie de "gestión". Las sociedades occidentales tenían consolidados sus sistemas democráticos, muchas demandas de la izquierda se habían logrado, y no se cuestionaba el capitalismo como modelo. De hecho, las demandas y reivindicaciones se centraron en conquistas de Derechos Sociales y en la situación de colectivos y minorías, que habían quedado marginados, cuando no discriminados. En el plano geoestratégico, parecía que el tablero estaba asentado con un Estados Unidos hegemónico, una Europa unida, y unos países en vías de desarrollo que tendrían que seguir la línea del progreso marcada. ¿Había tensiones?, sin duda. La secular situación de Oriente Medio, el conflicto de Yugoslavia, sin olvidar guerras en África y otros lugares del mundo. A nivel más global, el yihadismo se convertía en una amenza, con el 11-S de 2001 como un punto de inflexión. Y, por otro lado, China crecía, pero se pensaba que seguiría el camino de convertirse en una democracia con el aumento de las clases medias. Esto no fue así. Finalmente, en el sistema de valores, el mundo asistió a la aceleración de valores más individualistas y consumistas, hecho que también ha sido determinante en el proceso de cambio que estamos viviendo, intereactuando con el resto de factores. Como elemento a sumar, y clave, el desarrollo de las Tecnologías y todo lo ocurrido en estos veinticinco años Internet, Redes Sociales, IA, etc. 

La evolución del mundo con este escenario no parecía que iba a dar lugar a lo que ha ocurrido. Pero, la crisis sistémica de 2008 mostró las contradicciones del mismo eran una realidad y, lo que viene aconteciendo desde entonces, con momentos tan determinantes como la pandemia del Covid-19 o la invasión de Ucrania por parte de Rusia, está dando lugar a un tránsito hacia otro escenario. Estamos en ese momento que señalaba Gramsci, de intermedio. La crisis del capitalismo neoliberal globalizado, que parece encontrarse en un salto hacia delante, y la llegada de sistemas iliberales, entre otros factores, muestran una realidad compleja que hemos asumido. Sin embargo, con todas sus debilidades y contradicciones, muchas generaciones hemos vivido, en un tiempo y lugar determinado, que también hay que vivirlo, un periodo que ha alcanzado las mayores cotas de bienestar y de nivel de vida. Ahora, estamos en un punto de inflexión y no queda claro hacia dónde vamos. Tiempos convulsos, pero no hay que perder la esperanza de que los mismos puedan ir en otra dirección. Costará, eso sí. 





































































 

 

 


 



 

 
















El abandono educativo

Por EQUIPO AICTS / 10 de febrero de 2025

La noticia la publicó El País hace unos días. El titular era "España reduce al mínimo histórico el abandono educativo gracias a la FP y a los programas de refuerzo", firmado por Ignacio Zafra. El dato era que, en 2024, la tasa de jóvenes de 18 a 24 años que habían dejado los estudios sin haber logrado, al menos el título de Bachillerato o de Formación Profesional, se situaba en el 13%, siguiendo los datos proporcionados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional a partir de los indicadores del Instituto Nacional de Estadística (INE). La diferencia era abismal con la situación de hace dos décadas, cuando en esta categoría estaban al menos uno de cada tres personas en esa franja de edad. Además, los datos recogidos en el artículo de Zafra también inciden en algunas diferencias significativas, como por ejemplo las variables sexo y territorios, que ya son estructurales. El relación a la primera, las chicas de 18 a 24 años se situaban en ese grupo en un 10%, mientras que los chicos lo hacían en un 15,8%, lo que sigue mostrando el mayor éxito de las mujeres en el sistema educativo. Con respecto a las diferencias regionales, tampoco hay nada nuevo. Son territorios como País Vasco y Cantabria los que están mejor posicionados, no llegan al 6%, mientras que el siguiente en la lista es Navarra con un 9,9%. En el extremo contrario, los datos más negativos los muestran Islas Baleares (20,1%), Murcia (18,2%) y La Rioja (17%). En este sentido, también son tendencias que se repiten. Pero, como punto claro de mejora, España sigue siendo uno de los países de la Unión Europea en el que el abandono educativo es más elevado. Solo le supera Rumanía y queda muy lejos de otros como Países Bajos (6,2%), hecho que también se ha dado secularmente, pero también de otros que han conseguido una reducción más amplia, por ejemplo Portugal con un 8%. 

Tenemos que hacer un recorrido previo en relación a la evolución de estos datos y situarnos en varias cuestiones que son estructurales de nuestro sistema educativo. No cabe duda de que, viniendo de donde se venía, la trayectoria que ha vivido este indicador es muy positiva, y los cambios hay que achacarlos tanto a las transformaciones del sistema productivo, y el mayor nivel de exigencia que se pide, como a las políticas públicas vinculadas a atajar este proceso, como también indican diferentes expertos en el artículo de Zafra. Es cierto que, en su conjunto, el sistema educativo español ha tenido importantes dificultades, y sigue en esa situación, para abordar el progreso en los estudios de algunos grupos sociales que se quedan rezagados o que, directamente, salen del mismo. Colectivos que, en general, están vinculados al riesgo de exclusión social. En este sentido, conseguir el título de la ESO es un requisito determinante, y las acciones llevadas a cabo para ello, FP Básica y numerosos programas y vías de promoción, han contribuido decisivamente a ello. Sin embargo, no faltan voces que indican que estas acciones enmascaran una realidad que no se quiere ver. 

De la situación del mercado laboral y del sistema productivo, todos recordamos el escenario generado por la "burbuja inmobiliaria" en el paso del siglo XX al XXI, hasta la crisis sistémica del 2008. En lo que afecta a la continuidad en el sistema educativo, en aquellos años, como bien indicaba Zafra, el abandono educativo temprano superaba el 30%, situándonos a la cabeza destacadamente en ese listado en la Unión Europea y muy lejos del 10% que indicaba la Estrategia de Lisboa, dato en el que por cierto, seguimos sin estar. El hecho de que muchos chicos, especialmente para trabajar en la construcción, y chicas mostraba una situación en la que, para muchos de ellos y ellas, el coste de oportunidad era más alto que seguir estudiando. Los salarios elevados, la posibilidad de acceder a un mercado de consumo enorme, la comparación con el trayecto que, a corto y medio plazo, debía hacerse con los estudios, daban lugar a que las decisiones se decantasen hacia un mercado laboral que ofrecía oportunidades. Las historias y estudios sobre cómo este proceso se dio son numerosos. Como también el impacto de la crisis, el hecho de que muchas personas se viesen en un mercado de trabajo en situación de vulnerabilidad por carecer de estudios, y los numerosos retornos que se produjeron al sistema educativo. 

Hemos avanzado mucho pero, el camino sigue estando ahí. Es decir, hay que incidir en cómo abordar la reducción de este indicador, y esta claro que algunas de las cuestiones estructurales que hemos señalado siguen estando ahí. Por un lado, cómo se correlaciona el mismo con la variable socioeconómica y el origen social, que nos vuelve a mostrar el impacto de este proceso en colectivos más vulnerables y con mayor riesgo de exclusión social. Por otro lado, el papel de cada territorio, con sus estructuras productivas. Las tasas más elevadas corresponden a sistemas productivos que también cuentan con posibilidades de generación de empleo en sectores de baja cualificación, como por ejemplo el turismo o el sector primario. Sin embargo, en el otro lado, el hecho de que la formación es más imprescindible en un mercado laboral complejo y que, como hemos señalado, ha cambiado muchísimo, y está en permanente transformación. Pero, queda un salto que no está consiguiendo dar, a pesar de los avances, y es el que afecta a esos colectivos que hemos señalado. 





































































 

 

 


 



 

 
















Trabajar para vivir, vivir para trabajar

Por EQUIPO AICTS / 03 de febrero de 2025

En el Blog de AICTS, retornamos a una de las cuestiones que más hemos abordado en los últimos años como son las transformaciones del mundo del trabajo. Obviamente, es un objeto de estudio transversal y central en nuestras sociedades, con unos debates continuos y así permanecerá. Es interesante constatar cómo los mismos en el último lustro no solo han girado alrededor de cuestiones como la transformación de la estructura productiva, la digitalización o las nuevas formas de empleo con procesos vinculados a las plataformas, la uberización, y los cambios que están suponiendo. No cabe duda de que estos procesos han ido muy rápidos, como hemos comentado en otras ocasiones, aunque no es menos cierto que las bases de los mismos ya estaban presentes. Pero, desde la pandemia del Covid-19 especialmente, de la que se cumplen en estos momentos cinco años, los cambios son tan estructurales que es comprensible la sensación de incertidumbre e inestabilidad en la que nos desenvolvemos. También, y este es un hecho que ya se está observando claramente, las nuevas relaciones con el trabajo de unas generaciones que no se socializaron en escenarios como las anteriores, o las de la segunda mitad del siglo XX, en las que el trabajo era un fin en sí mismo y las personas tenían una ruta muy definida y establecida con sus empleos, o potenciales, así como una serie de promesas que, en no pocos casos, aunque no siempre, se cumplían. Todo esto se rompió y los escenarios van desde la inestabilidad, la combinación de diferentes situaciones (de tiempos de trabajo a otros sin empleo, a flexibilidades y precariedades), o la procrastinación de la llegada a una meta que sería trabajar en lo que te has formado, hecho que se ha retrasado. Obviamente, hay heterogeneidad de situaciones y, de nuevo, no son pocas las variables que determinan las mismas, siendo muy relevante la clase social y el origen socioeconómico, una vez más.

Como señalábamos anteriormente, el trabajo sigue en el centro de los debates. Las noticias y reportajes son continuas. Por un lado, cambios relevantes como la reducción de la jornada laboral. También aquellas visiones sobre "la gran renuncia" o cómo algunas personas, fundamentalmente de ámbitos cualificados, dejaban sus empleos por una vida más plena. Por otro lado, la realidad es que la mayoría de trabajadores y trabajadoras no se pueden permitir esa situación, la precariedad de no pocos empleos o la necesidad que implica el aumento del coste de la vida. También, las exigencias que han crecido exponencialmente y una productividad que lleva a no pocas personas a tener que incrementar sus jornadas laborales. No hay que olvidar todo aquello que tanto "se vendió" de las bondades del teletrabajo y demás, cuestión que tiene numerosas aristas, como estamos comprobando estos años. No quiere decir que no haya situaciones en las que se pueda aplicar en toda su potencialidad pero, en no pocos casos, o en mayor parte, la implementación de las tecnologías al mundo del trabajo en escenarios cualificados ha supuesto la ruptura entre el ámbito del trabajo y el privado, el hecho de que llevemos un ordenador permanentemente con nosotros para aprovechar cualquier momento y lugar. La universidad y el ámbito académico es en uno de los que más se observa este escenario. Lo vivíamos así, pero ahora es todavía mucho más. Cuando sales a algún congreso, reunión o estancia, la conversación común es "todo lo que tenemos que hacer" y aprovechar hasta el último segundo. En fin.

De esta forma, no son pocos los artículos y reportajes que surgen sobre la cuestión del trabajo, y así se recogen en los medios de comunicación, constantemente. Es interesante constatar cómo, en estos días, ha habido varios de ellos que son muy interesantes y que también nos muestran las contradicciones de nuestra época. El País publicaba un amplio reportaje de Borja Hermoso con experiencias de éxito de haber dejado los empleos, además de otras cuestiones, para poder parar. El titular es muy claro, "Aquí no hay quien pare... ¿o sí?", e incide en ese proceso que habíamos señalado anteriormente de que era factible dejarlo todo para conseguir una vida mejor. Pero, de nuevo la sensación, y la certeza, es que son pocas personas las que pueden llevarlo a cabo. Por otro lado, uno de los periodistas que más está abordando este escenario, y lo hemos recogido en este Blog en numerosas ocasiones, es Héctor García Barnés desde El Confidencial. García Barnés, a lo largo de estos años, lo está haciendo desde las diferentes perspectivas sobre el valor del trabajo y el impacto en la identidad y subjetividad de los individuos, viendo las dos posiciones. Recientemente, su artículo "Lo siento, pero tu trabajo sí es tu vida", a partir de diferentes fuentes, incidía en esa contradicción que venimos señalando continuamente. Es decir, el hecho de insistir en que el trabajo es un medio pero cómo, en nuestra realidad y sociedad, el trabajo es un fin en sí mismo, hecho del que también se da un aprovechamiento en no pocas situaciones por parte de determinados perfiles de empleadores. Y, como no podía ser de otra manera, esto también va de clases sociales y es El País el que señala el incremento del pluriempleo a través del análisis de los datos de empleo en "Pluriempleo, cuando un contrato 'no da para vivir'", de Luis Paz Villa. Es decir, cada vez más personas se encuentran en esta situación ante el ya comentado incremento del coste de la vida, hecho que no solo se daría en colectivos en situación de precariedad y vulnerabilidad sino en muchos estratos sociales y profesionales. 

Por lo tanto, una vez más, el trabajo nos sigue mostrando sus contradicciones y sus realidades. En no pocas ocasiones, nos encontramos con muchas deseabilidades, incluso casi utópicas, sobre el mundo del trabajo. En la mayoría de los casos, vemos cómo nuestras sociedades han avanzado hacia un nuevo modelo de trabajo que supone ciertas regresiones. No será la última vez que abordamos el mundo del trabajo. Continuará. 






































































 

 

 


 



 

 
















La Educación Infantil

Por EQUIPO AICTS / 26 de enero de 2025

El sistema educativo está compuesto por numerosas fases y etapas, todas ellas con su impacto en el desarrollo de las personas. Sin duda alguna, la Educación es un pilar básico del Estado de Bienestar y de las políticas públicas que buscan la equidad y la igualdad de oportunidades. La evolución de la misma es uno de los principales logros de estas políticas, siendo un derecho incuestionable y generando un acceso en las mismas condiciones, así como las posibilidades de logro con independencia de los puntos de partida, fundamentados en variables como el origen socioeconómico o la etnia, especialmente. Aunque, como bien sabemos, es la primera de ellas la más determinante. Es cierto que, dentro del sistema educativo, y también en su acceso y en la evolución de las personas en el mismo y sus resultados, el origen socioeconómico, la clase social, es muy importante. Pero, también es cierto que el sistema cuenta con diferentes medios y procesos, que se han ido ampliando y afinando a lo largo del tiempo, para corregir esas desigualdades. Sin embargo, como también hemos indicado en numerosas ocasiones, la variable clase social sigue siendo fundamental y reproduce las desigualdades, en no pocas ocasiones de forma sutil. Costes directos e indirectos de la Educación, posibilidades de llevar a cabo actividades extraescolares y actividades complementarias, apoyo de las familias, elección de centro, etc., son aspectos que aparecen de forma clara en en estos procesos, y que se van intensificando a medida que se avanza en el sistema educativo.

En esta entrada en el Blog de AICTS vamos a centrarnos en una etapa como es la Educación Infantil (0 - 6 años) que suele quedar relegada a un segundo plano. Y lo hacemos a tenor de las cifras del informe de Eurydice sobre los indicadores de esta etapa en Europa en 2025, y que recogió El País en el artículo "España es el país europeo donde más cae el número de niños y más aumenta la pobreza infantil" firmado por Ignacio Zafra. No vamos a centrarnos aquí en las cuestiones que refleja el titular, las cuales ya hemos tratado en no pocas ocasiones, y tendremos la oportunidad de regresar a las mismas. Por un lado, la situación demográfica que es estructural en nuestro país, con una natalidad muy baja, tendencia que también se da en el resto del mundo occidental. Por otra parte, en una sociedad en la que, de nuevo, los resultados macroeconómicos no acompañan a los micro, los que hacen referencia al nivel de vida y a la situación de buena parte de los ciudadanos y ciudadanas, es una consecuencia lógica del descenso del nivel de vida de una parte importante de la población el aumento de la pobreza infantil ya que dependen de la situación de sus familias. Pero, como decíamos, a estas cuestiones tendremos tiempo de regresar, vamos a centrarnos en esa etapa educativa como es la Educación Infantil.

Partimos de la base de que, la Educación Infantil, no pertenece a la educación obligatoria, la cual se extiende de los 6 a los 16 años. Es decir, la Educación Primaria y la Secundaria. Sin embargo, en el caso español, el segundo nivel de Educación Infantil, de 3 a 6 años, también es gratuito y la escolarización en el mismo es prácticamente total. De hecho, los centros educativos tienen institucionalizada la misma. Otra cuestión ha sido la evolución del primer nivel, de 0 a 3 años, que ha contado con un importante esfuerzo en los últimos años. Es un proceso relevante que reconoce el informe de Eurydice, en el sentido de que se ha avanzado de forma notable para conseguir la escolarización en esta primera etapa. De esta forma, España cuenta con un 55,8% de niños y niñas menores de 3 años que, en el 2023, estaban escolarizados, siendo el octavo país europeo en esa etapa, destacando Holanda con un 71,5% y Dinamarca con un 69,9%. El dato más relevante es el aumento de casi 20 puntos en una década de este colectivo. Sin duda alguna, nos encontramos con un avance muy significativo también vinculado a las políticas públicas en relación a cuestiones como la conciliación de la vida familiar y laboral y la importancia de esta etapa en el desarrollo de niños y niñas, siendo determinante la situación de los colectivos en situación de riesgo de exclusión social o vulnerabilidad. La situación de esta etapa en España, hace no solo una década sino más, era mucho más reducida, quedando el cuidado y atención a niños y niñas antes de su escolarización a los 3 años en manos de abuelas, especialmente, y de abuelos. Consecuencias de un Estado de Bienestar "familista", con una conciliación de la vida familiar y laboral que se iba complicando, la expansión de la escolarización era precisa por los numerosos motivos ya explicitados. Pero, esta cuestión también precisa de una inversión de las Administraciones Públicas, que han hecho un esfuerzo pero quedando camino por recorrer, en modo de potenciación de la red pública y de la reducción de un coste que, a pesar de los avances señalados, sigue siendo imposible para no pocas familias.

Por otra parte, la Educación Infantil en su conjunto se presenta, como se demuestra en numerosos estudios, como fundamental para el desarrollo de los niños. Y se vincula también a los Derechos del Niño. Ahondar en la misma, y especialmente en su primera etapa debido a que es la que precisa en estos momentos de un mayor esfuerzo, es determinante. Además, es clave para la equidad y la igualdad de oportunidades en el sistema educativo. Y también pasa por poner en valor a la Educación Infantil, que en ocasiones todavía se ve como aquellas "guarderías" que se centraban en la guardia y custodia. En definitiva, y en el caso de España, valorar de nuevo el camino que se está llevando a cabo en esta estapa, pero incidir en que es preciso seguir con el mismo. 






































































 

 

 


 



 

 
















Las cuestiones territoriales

Por EQUIPO AICTS / 12 de enero de 2025

En el Blog de AICTS, y en consonancia con líneas de investigación y de trabajo de integrantes de nuestra entidad, se ha prestado especial atención en los últimos años a los desequilibrios territoriales. Este proceso ha ido pasando por diferentes fases y parece que hemos entrado en otra nueva. En el caso español, que tiene sus especificidades en relación a lo que pasa en otros países, el tema territorial se centró en la despoblación del medio rural durante un buen tiempo. Los desequilibrios regionales se consideraban desde una perspectiva estructural y, además, los mismos no eran tan elevados como en el pasado gracias a la evolución de nuestro país, a la construcción de un Estado de Bienestar y de un Estado de las Autonomías. Estos dos modelos no pueden verse de forma separada y, a pesar de las imperfecciones del segundo, no es menos cierto que ha sido exitoso en buena medida. Las brechas territoriales, entre zonas más industrializadas y zonas que se habían quedado relegadas en ese sentido, o que no habían contado directamente con una industrialización; entre el norte y el sur, que hemos abordado en otras ocasiones; o entre las grandes ciudades y otros núcleos, se daban por supuestos y mitigados. En el siglo XXI, ya en su segunda década, la despoblación del medio rural, un territorio también heterogéneo, se posicionó en la agenda pública. Aunque la despoblación del medio rural venía produciéndose desde la segunda mitad del siglo XIX, aunque tras la Guerra Civil española se aceleró, y a pesar de que había actores y agentes que hacían hincapié en la situación del medio rural, con ausencia de ciertos servicios durante mucho tiempo, parece que la mayor parte de la sociedad, y de las instituciones políticas, descubrió el escenario del medio rural en ese momento. Se produjo un movimiento de reivindicación y demanda, un relato en el que el medio rural combinaba la puesta en valor y la idealización con el victimismo, y se generaron incluso partidos y agrupaciones políticas en determinadas zonas. Pero, el tablero había cambiado tanto en todos los aspectos, que el debate parecía llegar tarde, aunque no es menos cierto que esa puesta en valor y la consideración de estas zonas y de las personas que habitan en las mismas, o que aspiran a hacerlo, ha sido positiva. Otra cuestión distinta es cómo revertir el proceso.

A continuación, y teniendo en cuenta factores estructurales y globales, el debate de la despoblación se transformó en el de los desequilibrios territoriales. Si hemos señalado que Estado de Bienestar y Estado de las Autonomías, entre otros procesos, permitieron una evolución de los territorios, en su conjunto, la realidad se nos mostró diferente hace una década, aunque la situación se venía germinando desde antes. Desindustrializaciones, especializaciones en sectores no cualificados, salida de jóvenes hacia las grandes ciudades, etc., fueron dando lugar a unas nuevas brechas, que también ocurrían en todos los países occidentales. Una de las causas estaba en lo que se denominó los "perdedores de la Globalización". Las grandes urbes metropolitanas seguirían siendo el lugar en el que ocurrían las cosas, los lugares que concentraban las principales actividades productivas y económicas. En definitiva, el lugar en el que estar. Se había dicho que, con Internet, se podría trabajar en cualquier lugar. Se había constatado como muchas ciudades y territorios habían dado importantes saltos hacia adelante. Pero, la realidad les había llegado a un escenario parecido al de hace unas décadas, salvando las distancias. No, no se trataba de una "segunda despoblación", como indicaban algunos autores, pero sí que implicaba un aumento de las desigualdades. El debate, se llevó a ese escenario y, de nuevo, las instituciones políticas lo reflejaron. Sin embargo, como el caso del medio rural, revertir este proceso es otra cuestión diferente.

Y llegamos a 2025. Y la realidad es muy diferente. No en el sentido de que estos dos procesos están presentes, la situación del medio rural y los desequilibrios territoriales, sino en la toma de conciencia de que el presente, y el futuro, sigue siendo de las grandes metrópolis. Mientras que el medio rural sigue estando en una posición compleja, con una población que se mantiene o reduce, con un envejecimiento de la misma, y con experiencias de éxito, obviamente, considerando factores clave como la movilidad, el papel de la mujer, etc.; mientras que las regiones en situación de vulnerabilidad siguen con los mismos problemas, no hay generación de empleo en actividades del sector Secundario y, en no pocos casos, se ha dado una apuesta clara por sectores como el Turismo; es evidente que el protagonismo de las grandes metrópolis se acelera y se ha consolidado. En el caso de España, esa gran metrópoli es Madrid, cuyo modelo de crecimiento está institucionalizado. De esta forma, el futuro del debate territorial, al menos a corto plazo, parece haber entrado en una nueva dimensión que nos lleva a ser pesimistas en relación a la reducción de los desequilibrios. Obviamente, las capitales de los territorios, a nivel nacional, regional, provincial, tienen unas responsabilidades con sus territorios en el sentido de articular y vertebrar a los mismos. Y, seguramente, ahí está uno de los puntos centrales del debate y de las actuaciones políticas. Veremos. 







































































 

 

 


 



 

 
















Sigue siendo la clase social

Por EQUIPO AICTS / 5 de enero de 2025

Durante casi las últimas tres décadas, el debate sobre las desigualdades ha adquirido nuevas dimensiones, buena parte de las mismas necesarias. Sin embargo, no es menos cierto que, tras un periodo de tiempo en el las transformaciones de la estructura social han cambiado la configuración de nuestras sociedades, la clase social había perdido presencia como variable para explicar el escenario de las mismas. Y, la misma, nunca ha dejado de estar presente, al contrario, ya que sigue siendo determinante y, en no pocas ocasiones, lo hace de forma indirecta y sutil. Lamentablemente, también parece que nos hemos acostumbrado a una desigualdad estructural y que, nuestras acciones y medidas políticas, no se dirigen a cambiar estas situaciones. Además, con un modelo productivo que precariza y genera todavía más desigualdades, con la ruptura de las promesas de movilidad social, con la asunción de un "lumpen proletariado" destinado a trabajos no cualificados en el sector Servicios, con condiciones socioeconómicas precarias, y la entrada en ese proceso de otros colectivos, la situación no viene pintando nada bien.

Recordamos en este blog en muchas ocasiones, de forma directa o indirecta, el papel que ha tenido en nuestras sociedades la construcción de un Estado de Bienestar y su evolución. Obviamente, todo ello sin dejar de tener en cuenta las contradicciones, limitaciones o errores del mismo. Pero, el Estado de Bienestar, como modelo basado en la cohesión social y la corresponsabilidad, consiguió en parte mejorar la igualdad y la equidad. Bien es cierto que no se llegó a todo el mundo de la misma manera, aunque el beneficio del modelo alcanzó a toda la ciudadanía, y que hubo una parte de la población, sigue existiendo, que continuaron en condiciones de vulnerabilidad y riesgo de exclusión social. Condiciones estructurales fueron determinantes para esta situación, así como las limitaciones de un modelo que nunca han dejado de estar presentes. Pero, no cabe duda que el Estado de Bienestar construyó sociedades y estructuras sociales más igualitarias, aunque la clase social nunca dejó de estar presente como variable generadora de desigualdad. 

Dentro de la evolución de esa estructura social, sin duda la presencia de la clase media y su evolución ha sido uno de los factores más importantes para explicar el escenario que se ha generado. La clase media es una categoría denostada en no pocas ocasiones, siendo acusada de conservadurismo, por ejemplo, o de haber evolucionado en una dirección diferente a la defensa de los principios y valores que constituyeron el Estado de Bienestar. En un contexto como el que nos encontramos, y que está fundamentado en un sistema de valores donde primaría el consumismo y el individualismo, los valores vinculados al Estado de Bienestar están en clara desventaja, y sí que puede esgrimirse que parte de la clase media ha podido olvidar sus orígenes y los factores que le permitieron llegar hasta aquí. También es cierto que, en este contexto actual, con los cambios geoestratégicos y políticos, así como con el hundimiento de la socialdemocracia, la situación de la clase media se complejiza, como se pudo observar a partir de la crisis de 2008. La clase media, por lo tanto, no habría funcionado como un colectivo con una conciencia de clase, aunque no es menos cierto que es complejo contar con la misma en una categoría tan heterogéna y con tantas diferencias internas. Además, en la actualidad, la clase social, o mejor dicho el estatus, aunque estaríamos complejizando el debate, está vinculado al consumo y a sus rituales. 

Como señalábamos anteriormente, la clase social dejó de ser una categoría tan presente para abordar las desigualdades, aunque siempre estuvo ahí. Hay numerosos ejemplos y, para muestra, el siguiente. Hace unos días, El País se hacía eco de un estudio titulado Aislamiento social y malestar emocional en la población joven en España: el valor de las relaciones personales y de las interacciones cara a caraBasado en entrevistas a jóvenes de 18 a 29 años y llevado a cabo por investigadores e investigadorsa de la Universidad Autónoma de Barcelona, el mismo reflejaba cómo se producían diferencias en la situación emocional y el aislamiento de este colectivo y que, una de las variables que determinaba las mismas era el origen socioeconómico. De esta forma, y también apoyado en otros trabajos, el artículo incidía en que eran los y las jóvenes pertenecientes a familias con mayor nivel socieconómico las que contaban con mayores redes de contactos y que podían dedicar más tiempo a interacciones cara a cara. De nuevo, la clase social es determinante, y este es un ejemplo muy concreto pero, en un contexto como el actual, nos muestra cómo sigue siendo fundamental y decisiva. Y, como no, el tiempo se convierte en un valor fundamental. Tiempo para hacer unas cosas u otras, tiempo también para contar con más relaciones interpersonales. Pero, una vez más, la dirección que llevamos va en el camino contrario y, de esta forma, el peso de la variable socioeconómica será cada vez mayor, en muchos casos sin darnos cuenta. 







































































 

 

 


 



 

 
















El estado de la Sanidad

Por EQUIPO AICTS / 30 de diciembre de 2024

La Sanidad es uno de los pilares del Estado de Bienestar y de los Derechos Sociales. Su evolución y su escenario es uno de los aspectos que mejor define el grado de calidad de vida de una sociedad. En este sentido, la evolución de la atención sanitaria y su universalización, aunque sería matizable en distintos aspectos, pero se puede decir que está conseguida en algunos países, incluido el nuestro, ha sido una lucha desde hace más de un siglo. Pero, sin embargo, y dentro de la crisis del Estado de Bienestar, la Sanidad también ha contado con situaciones complejas, y que parece que se van a intensificar. Insistimos en que no nos encontramos ante una situación, por seguir dentro del entorno occidental, como la de Estados Unidos, en la que el acceso a una atención sanitaria de calidad es a través de seguros privados. Pero, como decíamos, las situaciones son complejas, siendo un ejemplo de estos procesos la evolución que ha tenido la Sanidad en el Reino Unido, en el pasado un paradigma de modelo sanitario con el Servicio Nacional de Salud (National Health Service en inglés), que ha ido siendo desmantelado desde las privatizaciones de los años ochenta del siglo XX con Margaret Thatcher. 

El caso español, como el desarrollo de su Estado de Bienestar, implica un retraso en comparación con otros países de su entorno al desarrollo de un sistema sanitario universal, o cuasi. Será en los años ochenta del siglo XX también cuando se produzca un salto cuantitativo y cualitativo de la Sanidad española. La construcción de un sistema sanitario de calidad, que tendrá otro de sus puntos de inflexión con la descentralización de las competencias sanitarias en las Comunidades Autónomas, se convertirá en uno de los principales orgullos del Estado de Bienestar español. Durante unas décadas, la evolución de la Sanidad española fue muy positiva y se consiguieron grandes avances, aunque se daban carencias como por ejemplo en listas de espera para operaciones. También había situaciones de privatización de la Sanidad, que implicaba que se prestasen servicios públicos a través de entidades privadas, mediante derivaciones a las mismas. La crisis de 2008 supuso un duro golpe a la Sanidad pública española, con recortes y ajustes, así como aumento de copagos farmacéuticos, retirada de la atención sanitaria a colectivos como inmigrantes en situación irregular, etc. Años posteriores, se fueron recuperando inversiones pero, la pandemia del Covid-19 supuso un duro golpe al sistema sanitario. El esfuerzo del personal, de sus trabajadores y trabajadoras, fue determinante para superar la pandemia, pero algo se rompió con la pandemia. Desde entonces, la crisis del sistema sanitario se ha intensificado y hay indicadores que muestran la situación.

El País publicó hace unas semanas una noticia sobre la Atención Primaria, precisamente una de las piedras angulares del sistema, por no decir la más relevante, por lo que implica de prevención. El extenso reportaje, con datos de 2.500 Centros de Salud, mostraba cómo la situación del periodo de espera para ser atendido era muy heterogénea, con situaciones diferentes en función de las Comunidades Autónomas. Había casos muy duros, con más de quince días de espera para ser atendidos. En su conjunto, más de la mitad de los centros sanitarios daban citas para más de 48 horas después de ser pedida la consulta. A este hecho se une la secular situación de las listas de espera para consultas especializadas. Otro indicador es que, en la actualidad, casi once millones de personas en España cuenta con un seguro privado y también en la Sanidad privada se dan retrasos. Desde la pandemia, igualmente, parece haberse instalado un lugar común entre la ciudadanía acerca de que la atención sanitaria pública ha empeorado de forma considerable.

Inventir en Sanidad es fundamental para garantizar el bienestar y la calidad de vida de nuestras sociedades, así como incidir en los aspectos preventivos a través de la Atención Primaria y de la reducción de los tiempos de listas de espera para las consultas especializadas. No cabe duda de que seguimos teniendo una Sanidad pública de garantías, pero también es cierto que se ha ido dando una situación de deterioro de la misma. También hay que sumar las dificultades para completar las plantillas de médicos, así como en determinadas especialidades, y que existen diferencias territoriales, no solo las señaladas en el reportaje referido de El País. Las políticas públicas deben reforzar la atención sanitaria para garantizar la igualdad y la equidad entre los ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, el escenario no está tan claro y las señales de alarma son evidentes.