Residencias, centros de día y personas mayores

Por EQUIPO AICTS / 22 de febrero 2021

Estamos a unas pocos días de que se cumpla un año del tremendo punto de inflexión que ha supuesto en nuestras vidas la Covid-19. Desde hace casi un año, esta pandemia se ha cobrado en España decenas de miles de vidas, buena parte de ellas personas mayores que se convirtieron en el colectivo más vulnerable con respecto al virus. En los primeros meses de la pandemia, las consecuencias del mismo en las residencias tuvieron un enorme impacto en todos los sentidos. Tanto en la dramática mortalidad como en la situación de estos grupos que se han visto en situaciones de confinamiento y aislamiento. En estos meses, muchísimas personas mayores no han podido recibir la visita de sus seres queridos con el consiguiente efecto en la salud, tanto física como emocional. Sin duda alguna, es una de las caras más duras de las consecuencias de la pandemia, el impacto en estos centros. Además, la pandemia puso de manifiesto las situaciones y condiciones de una parte de estas trabajadoras y trabajadores, que durante este año, además, han sufrido un incremento en sus niveles de estrés. Y es que estamos hablando de un colectivo, muy feminizado, que también es esencial aunque, en no pocas ocasiones, queda en un segundo plano. 

Ciertamente, nuestro sistema de Servicios Sociales es el pilar más débil de nuestro Estado de Bienestar, el cual ya estaba sufriendo recortes a partir de las corrientes neoliberales y de las crisis que se han operado en las últimas tres décadas. La atención a las personas mayores, en un contexto de ampliación de la esperanza de vida, que tenemos que recordar que es un gran indicador, y de envejecimiento de la población ha dado lugar a un incremento del ecosistema de residencias y centros de día que son necesarios para atender a este colectivo. El mismo presenta una importante heterogeneidad de situaciones, con personas que precisan estar en residencias y centros de día debido a su situación. Recordemos el tremendo impacto de la crisis de 2008 cuando no fueron pocos los casos de personas mayores que fueron desinstitucionalizadas para que sus familiares, que habían perdido su empleo, pudiesen contar con el sueldo de su pensión. 

Como decíamos anteriormente, la pandemia puso de manifiesto la situación de una parte, que no se puede generalizar y no es nuestra intención, al contrario, del sector. En tiempos de mercantilización, la atención a las personas mayores no ha escapado a esas lógicas, habiendo fallado controles de las administraciones para seguir, sancionar y evitar estas prácticas. Insistimos, no se pretende generalizar. La profesionalidad de un sector y de un colectivo de trabajadoras y trabajadores, una profesión altamente feminizada como hemos señalado, ha sido uno de los pilares de la atención a los usuarios de estos centros en un contexto de elevada complejidad. Es necesario poner en valor y reconocer a estos grupos de profesionales que son determinantes, y esenciales, en la atención a un colectivo que ya de por sí es vulnerable y que se ha manifestado como el que cuenta con mayor riesgo en la pandemia. Condiciones de trabajo dignas y evitar las situaciones de precariedad deben articularse en aquellos casos en los que no se produzcan. 

Además, el impacto de la pandemia en las personas mayores implica nuevos retos y desafíos que serán atendidos en gran medida por este colectivo de trabajadoras y trabajadores. Retos y desafíos que ya se muestran no solo en el mencionado impacto emocional, y ahí han estado y están estas personas para ser ese apoyo, sino también en el aumento de cuadros de degeneración cognitiva, de depresión, etc. Ya alertábamos durante estos meses de estas situaciones, de personas mayores que han tenido que ver interrumpidas sus rutinas y su trabajo del día a día tan necesario para su estabilidad y bienestar en todos los sentidos. No nos olvidemos de nuestras personas mayores, no nos olvidemos de nuestras residencias y centros de día, y tampoco de sus cuidadoras y cuidadores, muchas de ellas también en la atención a domicilio. Otro colectivo que también ha sido golpeado por la pandemia y que tampoco puede quedarse a un lado.