Cambios

Por EQUIPO AICTS / 26 de abril 2021

Durante los últimos días se ha producido una noticia de gran impacto que, en un contexto como el actual con la pandemia de la covid-19 y los debates sobre las elecciones en Madrid, puede haber quedado en un segundo plano pero que es determinante para observar la evolución de nuestra sociedad y tiempo. La fusión de CaixaBank y Bankia va a provocar un ERE de más ocho mil empleados y el cierre de más de milquinientas oficinas bancarias. Es un proceso que no es nuevo porque la concentración de entidades bancarias ha sido una constante desde hace décadas, provocando escenarios que afectan tanto a los niveles macro como micro de la economía. Solo darse un paseo por nuestras calles muestra cómo ha cambiado el escenario bancario pero, para ello, hay que contar una breve historia.

La expansión de los bancos, y cajas de ahorro, tuvo su punto de inflexión en España con la burbuja inmobiliaria de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, que iba a remover los cimientos de nuestros sistemas. Sin olvidar la situación de la economía financiera con las consecuencias conocidas, aquí ya con una dimensión internacional. En el caso de España, como en tantas cuestiones, su sistema tenía sus propias características, con una banca tradicional que iba creciendo hasta convertirse en gigantes internacionales con el tiempo (Santander, BBVA), que había tenido orígenes familiares, regionales y en sectores económicos concretos, y un sistema de cajas de ahorro que cumplían una importante labor social. Las cajas de ahorro, institucionalizadas provincialmente, eran parte determinante de la estructura social de los territorios y parte de sus beneficios revertían en su sociedad. Sin embargo, las desregularizaciones, las fusiones, la interrelación con el ámbito político y la señalada burbuja inmobiliaria supusieron factores de transformación del modelo para siempre. Las consecuencias son conocidas, un rescate sin precedentes, fusiones y desapariciones de entidades. El modelo de cajas de ahorro se vio reducido y transformado en una bancarización, la fusión de Bankia y CaixaBank sería un último ejemplo. 

En el nivel más micro, la banca y las cajas de ahorro eran parte determinante de las sociedades, obviamente. Muchos municipios prácticamente, por pequeños que fuesen, contaban con su oficina. La expansión de los noventa y primeros dosmil ocasionó un amplio abanico de entidades que poblaban nuestras calles. Además, la banca y las cajas de ahorro eran una fuente de empleo determinante, tanto para las clases medias altas como para las medias aspiracionales. Tener un trabajo en ese sector parecía para toda la vida por la estabilidad que demostraban. Y, de nuevo, no podemos olvidar la enorme labor que hacían las obras sociales de las cajas de ahorro, ya señalada, tanto en el ámbito de lo propiamente social como de lo cultural. Pero el escenario iba a cambiar, y de qué manera.

La crisis de 2008 supuso el primer golpe potente y poderoso al modelo. Una crisis que evidenció algunos de los peores vicios del mismo, la codicia. Despidos, concentraciones, fusiones, etc., precedieron a otro fenómeno interrelacionado y que aprovecharía el momento como fue el de la digitalización de los servicios bancarios. De repente, lo que había sido una constante, esas oficinas que no dejaban de crecer, se iban cerrando. Por otro lado, los recortes acababan con la mayor parte de esas obras sociales. Y, además, la atención al público cambiaba directamente ya que iba ganando presencia Internet y la banca electrónica. Muchos municipios veían el cierre de sus oficinas bancarias como un indicador de despoblación. También era frecuente, es, ver cómo los horarios de atención al público para gestiones rutinarias se reducían y la imagen de colas y de personas "pegándose" con el cajero, especialmente personas mayores, son constantes. Además, todo el escándalo de las preferentes supuso un impacto en la confianza de un sistema que, cada vez, se iba haciendo más lejano y distante a un ciudadano que, en el pasado, confiaba en su caja de ahorros o su banco.

Como podemos observar, lo macro y lo micro se ven interrelacionados. En definitiva, el cambio en la banca supone un indicador de unas transformaciones en la sociedad que van más allá de la tremenda pérdida de empleos con sus consecuencias en personas y familias. Concentraciones e impersonalidad de un sector que nos muestra el camino de las dos últimas décadas que ha llevado a cabo el capitalismo. Nos hemos adaptado a la banca electrónica y a la digitalización, obviamente, con las ventajas que tiene. Pero, no cabe duda que debemos mirar a las señales que se transmiten desde sectores como la banca, que no es el único. La cuestión no es si no deben darse cambios y transformaciones, que es lógico que se produzcan, sino qué respuestas se dan para evitar consecuencias negativas de los mismos, y más en un contexto como el actual. No, no es una mirada nostálgica hacia la banca o caja de ahorro a la que ibas con tu cartilla a sacar dinero, pero no deja de ser relevante lo que refleja.