Sobre la situación de los sistemas de Salud y la "sexta ola"

Por EQUIPO AICTS / 03 de enero de 2022

Habíamos terminado el Blog de AICTS en el año 2021 con la reivindicación del modelo de sociedad basado en la cohesión social a través del Estado de Bienestar. Y, precisamente, comenzamos 2022 con uno de sus pilares básicos: los sistemas sanitarios. Lo hacemos en un contexto como el de la "sexta ola" de la pandemia covid-19 y su impacto. De nuevo, sí, tenemos que regresar a la covid-19. Una pandemia que no ha terminado, que sigue presente y que, con la "sexta ola", se ha demostrado su imprevisibilidad y su variabilidad, con una variante ómicron que ha venido a llevarse prácticamente por delante una parte de los avances que se habían logrado en los meses pasados. Obviamente, se ha conseguido reducir la letalidad del virus gracias a las vacunas, las cuales precisarán de más dosis en el futuro. Y, de la misma forma, también es necesario abordar en serio la vacunación del conjunto de la población mundial, no poner parches e incidir en procesos de desigualdad como los que hemos vivido este periodo, una reproducción de los existentes pero llevados a la vacunación. Ómicron ha llegado para recordarnos que esto no había terminado a pesar de las sensaciones vividas hasta comienzos del mes de diciembre de 2021.

Es obvio que una variante puede ser imprevisible y que, como hemos comentado en el párrafo anterior, el virus también evoluciona y se adapta. También que, lamentablemente, esto irá para largo. Pero, lo que sí que tendríamos que tener en consideración es que nuestros sistemas de Salud, y se venía advirtiendo desde marzo de 2020, desde el minuto 1 de la pandemia, precisaban un refuerzo. Cuando no quedó otro remedio, y ante la urgencia de la situación, se fueron haciendo esfuerzos que, en parte gracias al voluntarismo y al esfuerzo del personal sanitario, contribuyó a remontarse el escenario. Sin embargo, no es menos cierto que había debilidades estructurales como consecuencia de recortes y ajustes presupuestarios del pasado, falta de personal, carencias que hacían referencia a equipos básicos y respiradores, etc. Se reforzaron las plantillas y el esfuerzo estuvo presente, nadie lo niega. Pero no se llevó a cabo un abordaje de renovación o de previsión de lo que podría pasar, o seguir pasando. En este sentido, Atención Primaria ha sido uno de los ámbitos más afectados. 

Cuando la pandemia comenzó a aflojar, gracias a la vacunación, tendrían que haberse abordado reformas en nuestros sistemas de Salud, dentro de un país como España hay también sus diferencias autonómicas, en previsión de una posible nueva ola del virus. No ocurrió y a medida que avanzaba diciembre se observó cómo el sistema mostraba de nuevo limitaciones. Es cierto que esas menores consecuencias del virus por la vacunación han incidido en una menor presión hospitalaria, pero ha ido creciendo y no parece que vaya a dejar de hacerlo en este periodo. Sin embargo, la Atención Primaria se ha visto desbordada, los rastreadores no pueden cubrir los posibles contagios, faltan PCRs y hay una sensación de nuevo de estar superados. Si en los comienzos de la pandemia había cuestiones que podían tenerse en consideración, ahora no, y lo más importante es la previsión. 

Una de las consecuencias más importantes es el impacto que se da en el propio personal sanitario, quemado y desbordado ante una ola más. No cabe duda que es una de las consecuencias más directas de esa falta de previsión en relación a los propios sistemas de Salud. A lo largo de la pandemia hemos asistido a una evolución en la puesta en valor del mismo. El comienzo de la misma fue el del reconocimiento al esfuerzo que hacía este personal, así como todos trabajadores y trabajadoras que prestaban servicios esenciales, porque fue un hecho determinante en haber podido salir de la misma. Los balcones y ventanas se convirtieron en la escenificación de esas muestras de solidaridad y reconocimiento que duraron dos meses, hasta que se fue levantando el confinamiento. Un personal exhausto fue teniendo picos de subidas y bajadas a medida que iban avanzando las olas, siempre con el temor de volver a repetirse el escenario de la primavera de 2020. Sin embargo, la evolución de la vacunación fue determinante para que no se produjese esa situación. Pero, como decíamos, los sistemas sanitarios no fueron reforzados en la medida de lo posible o de lo que demandaban los propios profesionales, hecho que también ha provocado que se sucedan numerosas bajas por contagios entre el propio personal sanitario, aumentando la presión sobre el sistema y sus trabajadores y trabajadoras. De hecho, mientras que asistimos a un nuevo minuto y resultado de la variante ómicron en las últimas semanas, por el aumento continuo de los contagios, van surgiendo también las noticias de ese impacto en nuestros sistemas sanitarios y sus trabajadores y trabajadoras. 

Socialmente, la "sexta ola" ha tenido un efecto muy importante en la moral de los ciudadanos y ciudadanas que se han instalado no ya en el miedo o la fatiga sino directamente en el enfado, como señalaba Héctor G. Barnés en su artículo de El Confidencial sobre la cuestión. Es una realidad que, bien por la cercanía de las Navidades, bien por el hecho de que pensábamos que se había superado un estadio clave en relación a la pandemia, esta situación no se veía venir. O no se fue lo suficientemente previsor cuando en otros países de nuestro entorno se estaba produciendo un crecimiento exponencial de los contagios, caso de Alemania hace un mes, por ejemplo. En esos momentos, nos pensábamos que estábamos cubiertos o salvados por el mayor índice de vacunación o porque los inviernos españoles no son tan crudos como los alemanes. Pero no, aquí estamos. La sociedad está enfadada y se producen situaciones y debates sobre celebraciones navideñas, reuniones o medidas a tomar. Luego, también hay una cierta sensación de improvisación con las decisiones tomadas, por ejemplo el recuperar la obligatoriedad de la mascarilla en espacios abiertos, hecho que ha sido cuestionado por no pocos expertos. También no es menos cierto que muchas personas han mantenido la misma en todo este periodo. 

Solía decirse desde el comienzo de la pandemia que habíamos salido reforzados o que habíamos aprendido muchísimo de las situaciones que íbamos viviendo. La verdad es que no parece. Y, en este contexto, lo que nos queda claro es que hay que trabajar, proteger y potenciar nuestros servicios públicos para afrontar escenarios como los actuales. Nuestros sistemas de Salud, ejemplares en no pocos casos e indicadores, precisan un refuerzo más amplio. Ciertamente, y como habíamos comentado en posts anteriores, no hemos pasado por los mejores tiempos para las políticas públicas basadas en el Estado de Bienestar pero, por eso mismo, y viendo los resultados, se ha demostrado que es la vía que tenemos que seguir, y no otras que se han mostrado ineficaces y perniciosas. Estamos a tiempo.