Trabajo en el campo

Por EQUIPO AICTS / 14 de febrero de 2022

Existen algunas cuestiones que suelen quedar fuera de los grandes focos, o que aparecen en contadas ocasiones, coincidiendo generalmente con la periodicidad de los acontecimientos. Ejemplos claros se dan, por ejemplo, en el ámbito de la Educación con los comienzos de curso. O en los Servicios Sociales, cuando por ejemplo se producen determinados sucesos vinculados a la pobreza y exclusión social. Un hecho característico de esta situación es el trabajo en las labores agrícolas que, en general, suele aparecer en los medios de comunicación con la llegada de temporeros a las diferentes campañas que cada año tienen lugar en zonas agrícolas. En siguientes párrafos comentaremos algunas cuestiones vinculadas a este fenómeno, pero este artículo de hoy en el Blog de AICTS tiene su origen en una noticia que publicó El País el pasado 27 de enero de 2022 sobre el trabajo de inmigrantes indios en el campo italiano. La noticia incidía en las negativas condiciones de estos trabajadores que, incidiendo en la situación de explotación, se indicaba que muchos de estos trabajadores tenían que recurrir a fármacos dopantes con el fin de aguantar las duras condiciones de trabajo. No cabe duda que, dentro de un escenario global y de la situación que vive el sector primario en el mundo occidental especialmente, esta situación tan dramática debe ser tenida en cuenta en las políticas públicas. En el caso de España, no son pocas las situaciones y noticias vinculadas al temporerismo y sus condiciones negativas de trabajo y de vida, a pesar de los avances conseguidos.

El contexto general del sector primario es el conocido y señalado continuamente tanto en ámbitos económicos como en los relacionados con la despoblación. Un sector primario en el que cada vez hay una menor mano de obra como consecuencia de la mecanización de la agricultura y del hecho de que no muchas personas quieran dedicarse a un sector tan duro. Como decíamos anteriormente, esto ha provocado también una importante crisis sistémica en la agricultura y la ganadería que implica un dificultoso relevo generacional. No es objeto del presente artículo abordar este escenario, pero también llegará. Obviamente, no se puede dejar de lado una crisis del sector que, en el caso español y europeo, implica que agricultores y ganaderos en no pocos casos no cuenten con beneficios que cubran el coste del producto, siendo las subvenciones las que consiguen insuflarles un mínimo beneficio. Este proceso tampoco ayuda, al contrario, y se sitúa en las grandes dinámicas y corrientes de la Globalización. Además, se suman estos procesos, que están interrelacionados al desarrollo de la ganadería intensiva, hecho que ha estado en el centro de la polémica en las últimas semanas. De esta forma, la situación del campo es bastante complicada.

Pero, todavía hay un colectivo que está en la base de este escenario, y son trabajadores temporeros o permanentes incluso en los que se pueden dar situaciones como las descritas en el artículo de El País al que hacíamos referencia. La agricultura, y en menor medida la ganadería, fue uno de los sectores de atracción de población de origen inmigrante. Trabajos que ya no "querían" realizar buena parte de la población autóctona por la dureza señalada y porque se veía como un estadio superado. Igualmente, muchos trabajos de temporada que antes hacían jóvenes, estudiantes, etc., también veían cómo no eran desempeñados por estos. Obviamente, en el caso de trabajos de temporada, estos habían estado sujetos a la necesida de mano de obra en periodos concretos, como por ejemplo la recogida de la fruta o la vendimia. De esta forma, había una población itinerante que se desplazaba de territorio en territorio para realizar estas funciones. Parte de ellos eran estables y tenían un calendario y unos lugares concretos a los que acudir.

Sin embargo, también se han producido situaciones de explotación, las cuales se siguen dando lamentablemente a pesar del aumento de controles laborales. Por un lado, ha habido ese escenario en trabajadores permanentes que se han visto explotados. Sin embargo, se ha dado en mayor medida en relación a los temporeros que en no pocas ocasiones pernoctan o bien en la calle o en campamentos precarios, en alojamientos mal acondicionados, o que cuentan con condiciones laborales negativas. Además, el fenómeno de las mafias, que funcionan como intermediarios, también está presente. En todo caso, como se ha señalado, se han dado importantes mejoras y avances en este sentido, aunque queda todavía muchísimo camino por recorrer y las denuncias de explotación, marginación o racismo se dan cada año. El caso indicado en Italia es un caso extremo pero debe hacernos mirar también a lo que ocurre en nuestro país. Es una cuestión de derechos y de dignidad, de justicia social. Y, además, sin estos trabajadores, nuestro sector primario tampoco se sostendría.