La pobreza existente

Por EQUIPO AICTS / 21 de marzo de 2022

La semana pasada, el Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid y portavoz del gobierno autonómico, Enrique Ossorio, realizó unas polémicas declaraciones aludiendo a los datos que exponía un informe de Cáritas. Este, llevado a cabo por la Fundación FOESSA, bajo el título Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Comunidad de Madrid, señalaba que la pandemia covid-19 había incrementado el colectivo de ciudadanos madrileños en situación de exclusión social, alcanzando la cifra de un millón y medio de personas. Ossorio cuestionaba los datos del mismo, indicaba que no creía que había tantas personas en esa situación, y añadía algunos argumentos como el hecho de que Madrid sea una región rica y tiraba de ironía para preguntarse "dónde están". Obviamente, las voces de protesta y crítica antes estas declaraciones no se hicieron esperar, proveniente desde distintos ámbitos, encontrando la defensa en Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid. 

La medición de la pobreza y la exclusión social, así como del riesgo de caer en la misma, es una cuestión que se encuentra institucionalizada y que no había encontrado cuestionamientos de estas características, que denotan visiones y concepciones de la sociedad vinculadas a otras más clasistas y elitistas. Desde entidades como la propia Cáritas o EAPN, entre otras, pasando por las estadísticas oficiales tanto de Eurostat como del INE, junto con indicadores como el AROPE (At Risk Of Poverty and/or Exclusion) de la mencionada EAPN, nos indican la evolución de la esta situación desde un punto de vista cuantitativo. La crisis sistémica de 2008 mostró un punto de inflexión en numerosos aspectos, uno de ellos el de la situación de precariedad de nuestras sociedades, el aumento de los factores de precariedad e inestabilidad y la transformación de las clases medias. Los cambios en el mundo del trabajo, el aumento del desempleo, las nuevas formas de empleo, etc., crearon un nuevo escenario en las condiciones de vida. Si bien es cierto que en el caso español se daba ya desde antes de esa crisis una situación de una parte de la población en riesgo de exclusión social, los cambios se produjeron por el descenso del nivel de ingresos que implicó que otros colectivos saliesen de ese grupo, siendo sustituidos por otros. Pero la precariedad era ya una constante y las rentas del trabajo no permitían a muchas personas no estar en riesgo de exclusión social o pobreza. Además, la recuperación de los años siguientes a la crisis no alcanzó a las condiciones de empleo, no se traducía en un aumento de los ingresos provenientes del trabajo en comparación con los beneficios de las grandes empresas.

En aquellos años vimos situaciones que no conocíamos. Una de ellas hacía referencia a unos "trabajadores pobres" que se conocían del mundo norteamericano. Personas que incluso tenían que combinar diferentes empleos y no les llegaba para estar fuera de la exclusión social. Los trabajadores pobres se fueron cimentando en aquellos grupos sociales que estaban ya en situaciones de precariedad y a la que fueron entrando otros, especialmente clases medias aspiracionales, que nunca pensaron verse en esa situación. Lamentablemente, este escenario ha crecido con la crisis provocada por la pandemia covid-19 y las incertidumbres de estos meses con la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Por otra parte, también se produjo la aparición de un nuevo concepto, "pobreza vergonzante", que hacía referencia a aquellas personas que, encajando en las categorías anteriores, no querían reconocer por verguenza su situación. Este hecho también fue una constante en los años de la crisis sistémica de 2008. Y, en el conjunto de este escenario, no podemos olvidar el estado en que se encontraban no pocos autónomos, pequeñas y medianos empresarios, golpeados sucesivamente por las crisis y las incertidumbres. 

Por lo tanto, las declaraciones de Enrique Ossorio no tienen ni un pase ni dos. Son visiones de la sociedad que todavía son más duras porque provienen de un responsable político en un ámbito como el de la Educación. Hay colectivos y grupos, familias y personas, que tienen enormes dificultades para llegar a fin de mes, que ni siquiera llegan al mismo, con unas condiciones de vida que están en diferentes situaciones y que no acceden a los mismos servicios y posibilidades que otras, que cada vez son menos numerosas en términos cuantitativos. Esteban Hernández en El Confidencial aludía a este escenario, desde una perspectiva más global y estructural, como "La España del apaño". Y, en el mismo medio, muy recomendable, precisamente a raíz de las manifestaciones de Ossorio, el artículo "Sobre la pobreza que se ve y la que se asea para no parecerlo" de Ángeles Caballero. La cruda realidad.