Precariedad

Por EQUIPO AICTS / 4 de marzo de 2024

Nos hemos acostumbrado a vivir en realidades paradójicas y disonantes y, además, los cambios van a toda velocidad. Uno de los ámbitos en los que se refleja de forma más clara tiene que ver con las condiciones y el nivel de vida. Estos días, se ha publicado la Encuesta de Condiciones de Vida 2023 del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque, en cierto sentido, ha pasado un tanto desapercibida, no han sido pocos los medios de comunicación que han reflejado sus datos e indicadores, como por ejemplo Josep Martí Blanch en El Confidencial, que exponía una serie de cuestiones sobre las contradicciones de nuestra sociedad. Los datos no dan lugar a dudas y la tendencia es claramente negativa. Aumenta el porcentaje de personas y familias que tienen dificultades para llegar a final de mes, aumentan las personas y familias que entran en la pobreza extrema, aumentan las personas y familias que no pueden afrontar un gasto imprevisto, aumentan las personas y familias que no pueden permitirse irse una semana de vacaciones fuera de su domicilio. 

El escenario se ha complejizado en los últimos cuatro años, como hemos venido también recogiendo en este Blog a través de diversos artículos, aunque las raíces hay que buscarlas en los procesos que están marcando nuestro tiempo. La pandemia del Covid-19 supuso un duro golpe, aunque las medidas para afrontarla, mitigaron la situación. Sin embargo, en cierto sentido, fueron un espejismo o un parche. Luego, los procesos de cambio y la aceleración de los mismos han dado lugar a que la precariedad se haya instalado en buena parte de la sociedad. La invasión de Ucrania por parte de Rusia y los cambios geoestratégicos, el aumento de los costes de las materias primas, crisis de suministros, aumento de precios y crecimiento de los tipos de interés han dado lugar a un escenario que está afectando de lleno a las familias y personas, a sus posibilidades para afrontar el día a día y para ahorrar, hecho que es una quimera para la mayor parte. Pero, como señalábamos, veníamos de atrás, el proceso ya se había iniciado hace tiempo y la precarización del mercado de trabajo y de los salarios era una realidad antes de la pandemia. Aunque se tomen medidas, como el aumento del Salario Mínimo Interprofesional, entre otras, no es suficiente. El escenario es más complejo y estructural.

Una de las contadicciones en las que nos encontramos es ese contexto en el que parece que todo va bien. Marcados por unos valores consumistas e individualistas, el día a día nos lleva a un cierto carpe diem, un aprovechar el momento. Además, todos los mensajes que nos rodean van en esa dirección. Sin embargo, las costuras son evidentes y se da una especie de dualización de la sociedad que se trasluce en no pocas variables y dimensiones, de la social a la territorial. Y, para todas ellas, los puntos de partida, son determinantes. Es decir, estamos regresando a estados anteriores en los que contaba más el origen que otras cuestiones. Esta dualización de la sociedad se observa cada vez más claramente en un escenario que muestra cómo, una parte de la misma, y especialmente en sociedades como las nuestras, es una clase servicio precarizada que atiende a unas clases medias-altas y altas, así como a las clases medias aspiracionales que se las van viendo y deseando para mantenerse en su posición. 

Es la realidad y los indicadores son crudos. Periodistas como por ejemplo Esteban Hernández, reflejan el espíritu de nuestro tiempo y cómo se genera una situación que ha dado lugar a unos marcos de interpretación de la realidad diferentes y que está abriendo unas brechas insoldables. La tendencia es la que venimos describiendo y se puede abordar desde una huida hacia adelante, con las recetas que no funcionan, o bien se puede caer en los brazos de propuestas extremas que tampoco van a funcionar y que encuentran el caldo de cultivo en la situación. Por el camino, hay otra vía, recuperar los principios del Estado de Bienestar, de los Derechos Sociales, de la equidad, de la solidaridad y corresponsabilidad. Lamentablemente, no parece que vayamos a ir en esa dirección.