Previsiones, desigualdades y vulnerabilidades o el día después de Covid-19

Por EQUIPO AICTS / 15 de abril de 2020


El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado un informe sobre el impacto económico de la pandemia Covid-19. No por esperado, el impacto del mismo está siendo muy relevante. Desde el comienzo de la crisis derivada del coronavirus, era un hecho que las consecuencias económicas serían históricas. La cuestión era hasta dónde irnos para establecer la comparativa: ¿la crisis financiera de 2008?, ¿la crisis del petróleo de 1973?, ¿la Segunda Guerra Mundial?, ¿la Gran Depresión de 1929? A medida que las previsiones se iban más atras, las consecuencias psicológicas cambiaban. Por un lado, porque algunas de estas crisis habían sido vividas por parte de la sociedad, pero otras muchas no. Por otra parte, porque las medidas para reflotar la situación tras la pandemia serían más globales y drásticas, no tendría que ser como en 2008.

El FMI ha señalado que el Producto Interior Bruto (PIB) caerá un 3% y aumentará el desempleo. Pero será España uno de los países que tenga uno de los peores escenarios. El conjunto de las economías avanzadas van a caer, según la previsión de este organismo, un 6,1%, con casos como los de Italia (9,1%) y España (8%) a la cabeza. En el caso de España, se indica que el desempleo aumentará al 20%, recordemos que en los peores momentos de la crisis de 2008 se alcanzó el 25%. Estos datos son demoledores, muestran una situación de alta complejidad, un reto gigantesco. Por mucho que la recuperación esté prevista en 2021 por encima del 4%, no será suficiente. 

En todo caso, también hay que destacar la incertidumbre ya que, en el caso de España, todavía no está claro cuándo se saldrá del confinamiento. Lo que sí es evidente es que esa salida tendrá una situación muy escalonada, en el sentido que no se recuperará la normalidad hasta que no llegue una vacuna o el virus esté controlado. De esta forma, sectores como el turismo, buena parte del vinculado a la cultura, la hostelería y la restauración, etc., centrales en nuestro país, van a pasar un periodo muy complicado. De hecho, la temporada turística está prácticamente descartada. Estos factores añaden todavía más incertidumbre.

Cuando comenzó la crisis de Covid-19, ya señalamos que el impacto iba a ser global pero que, como en todas las crisis, no todo el mundo está en la misma situación para afrontarlo. Uno de los aspectos más evidentes es cómo se produce el confinamiento, con situaciones de vulnerabilidad que afectan a las condiciones de habitabilidad, pequeñas viviendas que concentran amplias familias, colectivos cuyas condiciones de vida son muy precarias. Personas que estaban sin empleo, en la economía sumergida, trabajas precarios sometidos ya a ERTEs. Tendremos tiempo de volver a la cuestión de la Educación y la brecha digital y educativa. En definitiva, aquello que en su día llamábamos "tormenta perfecta". La desigualdad reproduce a la desigualdad y Covid-19 va a intensificar esas medidas. En ese sentido, las voces de los protagonistas ya apuntan a esa dirección. Las expectativas y perspectivas son negativas y pesimistas y es lógico. En estos momentos, tras más de un mes de confinamiento, el Tercer Sector ya avanza un importante aumento de las peticiones de ayudas tanto en el ámbito alimentario como para el pago del alquiler.

Pero, en definitiva, la forma de afrontar y de paliar esta situación, porque las consecuencias están ahí y esas son inevitables, depende en gran medida de las medidas políticas que se tomen en las próximas semanas y meses. Porque es un hecho que es necesario regresar a políticas del Estado de Bienestar que retomen el valor de lo público, de la solidaridad y de la cohesión social a través de la corresponsabilidad. Esa es la primera fase, la que se atiende en los debates nacionales y europeos, porque el terreno de juego es global. En esas medidas es cómo nos jugamos cómo quede nuestra sociedad y cómo va a impactar el proceso en las desigualdades. La segunda fase, será pensar nuestros modelos productivos y nuestra estructura económica, en un país que se ha centrado en una economía en parte basada en un sector servicios precarizado. Volveremos sobre ello más adelante.