La estructura territorial y el Covid-19

Por EQUIPO AICTS / 24 de abril de 2020


Durante prácticamente el último lustro, la despoblación de amplias zonas del interior de España ha ocupado parte de la agenda pública de los medios de comunicación. Se ha producido una reivindicación de estos territorios, una concienciación de su situación, pero la despoblación ha seguido su curso a pesar de las medidas que se han puesto en marcha para frenarla. En paralelo, y con una menor visibilidad social, crecía la preocupación de los territorios intermedios, los que no eran las grandes ciudades, que se estaban quedando en un segundo plano. Este proceso ya se había visto en Francia y se alertaba sobre sus consecuencias. Los indicadores nos mostraban cómo estas ciudades y territorios perdían población y la ganaban las grandes ciudades, donde había más oportunidades laborales. Estas zonas habían perdido la mayor parte de las actividades del sector secundario y se habían terciarizado, convertidas en no pocas ocasiones en un reclamo turístico. Este proceso hay que insertarlo en la Globalización que, obviamente, iba a ser de las grandes ciudades, protagonistas y capitalizadoras de la misma.

Por lo tanto, un problema de dimensiones territoriales que implicaba soluciones muy complejas y una creciente desigualdad. ¿Cómo afecta Covid-19 a este escenario? Seguramente, es demasiado pronto para poder hacer un diagnóstico y una proyección, pero podemos ver qué está ocurriendo en estas zonas y en la dimensión territorial e intuir algunas tendencias. Lo primero, el debate ya se ha centrado en las medidas que se han tomado para combatir la pandemia. No cabe duda que estamos hablando de medidas, de confinamiento, que están pensadas para las grandes ciudades. En este sentido, la queja que se ha lanzado desde diferentes ámbitos de las zonas rurales están fundamentadas. Pero también deberían tenerse en cuenta las circunstancias que caracterizan a estos territorios, con una población envejecida, precisamente el colectivo con mayor riesgo ante el Covid-19. Recordemos el temor en los primeros momentos de la pandemia, cuando existían personas que se iban a las segundas residencias y se alertaba por el riesgo de llevar el virus con ellos. Lo que está claro es que, las medidas de desescalada del confinamiento tendrán que tener en cuenta estos territorios. No es lo mismo Madrid o Barcelona que una pequeña localidad de la sierra de Cuenca, pero tampoco se sabe si las personas que están en ese municipio han pasado el virus o son asintomáticos.

El impacto en el medio rural es muy importante por la situación en la que ya se encontraba. Los sectores económicos del sector primario son claves para el abastecimiento pero hay ya escenarios complejos derivados del hundimiento del mercado, especialmente en la ganadería por el cierre de restaurantes, o la falta de mano de obra para atender las labores agrícolas. Por el otro lado, el que en algunas zonas y municipios tenga un elevado peso el sector turístico supone que parte de la temporada está cerrada. Semana Santa, que era uno de los grandes momentos del medio rural en ese sentido, ya se ha perdido. Pero, puede haber perspectivas de futuro positivas en el sentido de que el turismo de proximidad será importante en los próximos meses. De la misma forma que los productos de los entornos cercanos. 

En cuanto a las ciudades medias, la situación también es compleja. Ha habido algunas de ellas que han padecido el impacto de Covid-19 y la falta de medios por su posición geoestratégica. Los casos de Soria y Segovia son algunos de ellos. Es muy importante incidir, en todos los casos, que estamos hablando de derechos y de recursos. Para las ciudades medias, las consecuencias de Covid-19 vuelven a ser un desafío dentro del contexto en el que se encontraban por lo que, una vez más, el tablero será global. Surgen voces de nuevo que inciden en la posibilidad de recuperación de industrias y sectores que fueron desmantelados y que se han visto tan necesarios en un contexto y escenario como el que nos movemos. Sin embargo, la respuesta es nacional y global.

En definitiva, una dimensión la territorial que no debemos olvidar a la hora de afrontar el mundo durante el Covid-19 y el post Covid-19, sea cuando sea, porque va a obligar a reconfiguraciones. La cuestión es, como hemos comentado en otros artículos, si esa reconfiguración irá en la dirección de corregir las tendencias anteriores o, por el contrario, las desarrollará y las va a exacerbar. Esa esa la gran pregunta. De momento, no se atisba una respuesta clara.