Más sobre las bases de la pobreza y la desigualdad

Por EQUIPO AICTS / 20 de julio de 2020


En nuestra última entrada, analizábamos las bases de la pobreza y la desigualdad a raíz de nuevos informes sobre la cuestión referidos a España. Los últimos días han seguido las noticias acerca del tema con un nuevo estudio de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN-ES) del que se hizo eco El País. En el mismo se incidía en cómo el escenario había empeorado desde 2008 en el caso de la pobreza severa, a pesar de la recuperación macroeconómica de los últimos años, y también se insistía en el hecho de que contar con un empleo o con estudios superiores no garantizaba el no contar con factores de riesgo para caer en la pobreza y exclusión social. Este fenómeno hace años que se viene observando, suponiendo una quiebra sobre ciertos supuestos en los que se basan nuestras sociedades y este informe al que hacemos referencia indicaba que el 30% de las personas en situación de pobreza severa trabaja y el 37% cuenta con estudios altos o medios. Sin duda alguna, es un fuerte indicio de la evolución del mercado de trabajo y de la situación de precariedad del mismo. Están siendo años en los que estos procesos están afectando a no pocos sectores productivos y casi nadie parece salvarse de la situación. Además, de nuevo hay que referirse a la situación de las dificultades de acceder a un trabajo acorde con el nivel de cualificación. La "sobrecualificación" también viene siendo analizada durante estos últimos años pero sería un grave error poner el foco en la decisión de estudiar y no hacerlo en la situación de un mercado de trabajo y un sistema productivo que tiene déficits estructurales que, lejos de corregirse, se han acentuado.

El País también ha publicado una serie de noticias sobre cuestiones vinculadas a la movilidad social y al peso del origen familiar en el nivel socioeconómico. Los indicadores de nuevo son concluyentes con el peso de ese origen familiar y social en las concidiones de vida. En definitiva, un escenario que tampoco es nuevo ya que las bases de las desigualdades cuentan con un importante origen familiar y social. La movilidad y el ascensor social ha sido una de las claves de las sociedades durante la segunda década del siglo XX y las clases medias se sustentaban en esa promesa, que se hacía en no pocas ocasiones a través del acceso a los estudios superiores y, de esa manera, a empleos cualificados. A pesar de que la primera década del siglo XXI, o gran parte de la misma hasta la crisis del 2008, cuenta con una imagen de crecimiento y de optimismo, la realidad detrás de la misma era otra ya que se estaban gestando y encubriendo las bases de ese futuro que vendría con el shock de 2008. De esta forma, la precarización del empleo que señalábamos anteriormente, junto con el impacto de la crisis, iba a suponer un golpe durísimo a una de las bases de legitimidad de las sociedades. Lo que nos muestran los datos de El País es el reflejo de todo ese proceso, así como se van a la década de los noventa para observar la transmisión de esas condiciones de vida. Lo que ocurre también es que una parte de las clases trabajadoras y medias aspiracionales no habían llegado a asentar las bases de su situación y con la crisis de 2008 las mismas se desmoronaron y fue, en muchos casos, la ayuda de las redes familiares la que evitó la caída en la exclusión social.

2020 nos ha traído una pandemia global con la Covid-19 y del impacto en la estructura social hemos venido hablando en este Blog. Las consecuencias económicas y sociales van a ser de gran calado y estamos hablando de un escenario en el que, de nuevo, el origen familiar y social va a desempeñar un papel clave. La pobreza y la exclusión social se irán ampliando por las partes más débiles de la sociedad y alcanzarán a otros que no pensaban verse en ese situación, o que habían superado la misma en la crisis de 2008. Es responsabilidad de los poderes públicos y de sus políticas afrontar este escenario y tomar decisiones que eviten que la desigualdad y la vulnerabilidad crezcan. Muy complicado, y más con los debates en la Unión Europea actual que pueden acabar limitando esas políticas. Un escenario cada vez más complejo, la verdad.