Educación, brechas y futuro

Por EQUIPO AICTS / 5 de diciembre 2020

El día a día de la pandemia COVID-19 nos lleva a centrarnos en lo cotidiano, en la adaptación continua y en la necesidad de estar atentos y atentas. En una tarea institucional, colectiva e individual, vivimos sumidos en un proceso que consiste en ir siguiendo hasta que llegue la anelada vacuna. Mientras se anuncian las que están cerca de ponerse en marcha, no es menos cierto que también habría que ser realistas con los plazos debido a que se pueden generar expectativas que no se cumplan. Y es que, lógicamente, esto no va a ser una cuestión de un día para otro, no todo el mundo se va a vacunar el mismo día/semana/mes. Así que, seguimos en ese proceso de adaptación continua que decíamos, viviendo la "segunda ola", conteniendo la respiración ante el mes de diciembre que viene (las Navidades como ese punto de "temor") y las previsiones de "tercera ola". Pero, mientras tanto, la cifra de fallecidos sigue ahí, creciendo, a la par que las incertidumbres se mantienen. 

En este sentido, no hay que dejar de lado recuperar algunos de los aspectos clave de estos meses. Es el caso de la Educación y de la situación de los colegios e institutos. Tras tres meses de curso escolar 2020/21, es un hecho que la escuela ha sido uno de los ámbitos que ha sido menos vulnerable a los contagios, una vez que las acciones de prevención y protocolos están funcionando. Sin embargo, las brechas y desigualdades que está generando la pandemia de la COVID-19 tienen visos de convertirse en estructurales. Hace unas semanas se publicó un interesante estudio de la Fundación SM bajo el título Volvemos a clase que se centraba en una encuesta a docentes y alumnos sobre las clases on line durante el confinamiento, y posteriormente. Los resultados son claros, la docencia on line agrandaría la brecha entre los estudiantes y supondría un aumento de la desigualdad ya que hay colectivos que irían perdiendo aprendizajes y contenidos. Este es un riesgo que ya se advertía desde el primer minuto de la pandemia, el cierre de centros educativos y el confinamiento. La encuesta también refleja la preferencia de los estudiantes por estar de forma presencial en los centros, hecho fundamental no solo para el ya señalado aprendizaje sino para el bienestar emocional y físico. De hecho, un estudio de UNICEF también ha alertado sobre los efectos de este proceso, que en los últimos meses se ha podido reducir por la presencialidad pero que tiene otras dimensiones a través de la suspensión de actividades deportivas colectivas, actividades complementarias y extraescolares.

La brecha educativa es una de las cuestiones más complejas de resolver, sin duda alguna, y viene de atrás, siendo la pandemia un factor de reproducción más de la misma ya que no todos los alumnos, familias y centros están en la misma posición. Las diferencias en el acceso y uso a los dispositivos tecnológicos fueron claves hace unos meses, y se constanta que todavía quedan actuaciones por realizar que no se llevaron a cabo. Es papel de las administraciones públicas y de las autoridades educativas actuar sobre estos escenarios para evitar que los puntos de partida sigan creciendo en el devenir de las trayectorias educativas de niños y niñas, chicos y chicas, que más se han visto afectados por la pandemia. No es una cuestión de aquí y ahora únicamente sino de sentarse las bases de desigualdades futuras ya que implicará que estos colectivos estén en una posición de dificultad mayor. Seguramente, esto ya está ocurriendo aunque no tenemos suficientes datos para hacer proyecciones, pero podemos inferirlas.

Y, finalmente, todo esto opera en un contexto global, general. Es decir, no podemos entender este proceso sin contar las bases estructurales de nuestra sociedad. Si en la crisis de 2008, España redujo las partidas educativas mientras otros países europeos las aumentaban, se demuestra que ese es el camino que no debe acometerse. Pero, el escenario es incierto y la crisis económica golperará con fuerza a España. En estas circunstancias, hay colectivos que van a tener una peor situación, y son esos grupos sociales en un escenario de vulnerabilidad y riesgo de exclusión social los que contarán con menos posibilidades. Hay correlaciones entre el abandono escolar temprano, el fracaso escolar y el paro en los jóvenes, España está a la cabeza en este sentido, y el origen socioeconómico. En definitiva, hay que actuar sectorialmente y globalmente, en ese marco general, pero no sabemos si estamos en ese camino. En el caso de que no se tenga en cuenta la doble perspectiva, la desigualdad seguirá reproduciéndose e intensificando.