Cuando todo esto pase

Por EQUIPO AICTS / 8 de febrero 2021

Es difícil imaginar el futuro cuando pase la pandemia de la Covid-19 porque las dudas son tan grandes y tan elevadas que es casi imposible. Primero, porque no sabemos cuándo va a terminar el escenario en el que nos encontramos inmersos. Desde un punto de vista epidemiológico, la situación no es sencilla. Primero, por las mutaciones del propio virus que hacen que los desafíos sean mayores. Segundo, por el ritmo de vacunaciones y lo que ocurre con este hecho, ya que no parece que sea tan rápida como sería necesaria para alcanzar la "inmunidad de rebaño" y porque hay desigualdades entre países para el acceso a las vacunas. Es decir, aunque el virus sea combatido eficazmente en algunos países, los desarrollados, otra parte del mundo llegará más tarde a las vacunas, la más vulnerable, como han advertido desde numerosos ámbitos como la propia Organización Mundial de la Salud. Este es un desafío global y, como tal, la respuesta tiene que ser en esa dirección.

En relación al impacto económico, es un hecho que también el reto es mayúsculo y que las consecuencias se sentirán de forma estructural. Es una cuestión que no hemos dejado de abordar en el Blog de AICTS en este casi año de pandemia, con especial incidencia a la desigualdad y cómo la pandemia va a impactar en las mismas. De momento, y parece que esto no va a cambiar, las perspectivas son muy negativas porque no se ven cambios estructurales en nuestras sociedades y sistemas económicos, por lo que será posible que se cometan los mismos errores que con la crisis de 2008. Este es un camino que nunca debió emprenderse y los riesgos de hacerlo de nuevo están ahí. Pero, además, dentro del tablero global, hay países y regiones que quedan en una posición mucho más desfavorecida como es el caso de Europa y, especialmente, España y el sur del continente. Igualmente, a este hecho hay que añadir otro aspecto que es clave y que se comienza a anunciar como es el tema de la deuda y el déficit público. Muchos países, España entre ellos, se están endeudando para afrontar las consecuencias de la pandemia y reforzar unos servicios públicos que ya estaban debilitados, así como ayudar a colectivos y sectores vulnerables. En todo caso, la crisis de la deuda y del déficit puede estallar con fuerza en unos pocos años, lo que tendrá unas consecuencias políticas, económicas y sociales de primer orden.

Es necesario insistir de nuevo en la desigualdad, no nos cansaremos de ello, porque los procesos que generan y transmiten desigualdades son estructurales. En este sentido, el impacto de la pandemia es determinante en el ámbito del empleo, en las consecuencias en la salud, así como en otros aspectos como el educativo, por poner unos ejemplos. Y, obviamente, hay muchos más. Pero también hay cambios determinantes en nuestras rutinas, relaciones y sociabilidades. Al comienzo de la pandemia, no se sabía cuánto podía durar esto y las previsiones más pesimistas sobre la pandemia alertaban de dos años mínimo para volver a contar con una vida "normal". Ciertamente, nos podía el hecho de que queríamos volver a ver pronto a nuestros seres queridos, abrazar a nuestros familiares, estar en nuestros bares y salir de vacaciones. Todo eso ha quedado en un suspenso claro que va generando impactos en nuestra vida cotidiana y en nuestra salud mental, como también se ha alertado desde diferentes organismos, hecho que afecta especialmente a colectivos como las personas mayores. Y, dentro de ellas, las que se encuentran en las residencias. Junto a este escenario, otras situaciones tan importantes y dramáticas como los duelos ante los fallecimientos, en muchísimos casos siendo imposible una despedida del familiar o persona cercana perdida con la pandemia. También hay que tener en cuenta el impacto en determinados colectivos como los sanitarios y todo el personal que está en esa primera línea contra la pandemia, un agotamiento que viene marcado por las sucesivas olas a las que se van enfrentando.

El mundo no volverá a ser como fue, seguramente, aunque se parecerá. Es un hecho que el ser humano tiene una capacidad de adaptación a las circunstancias más grande de la que nos pensamos, pero este proceso será determinante. Algunas generaciones se verán marcadas hasta en sus formas de relacionarse. Es un hecho que 2021 no será muy distinto de 2020. Que las mascarillas y el hidrogel estarán muy presentes durante más tiempo del que dure la pandemia. Que nos costará darle un beso o la mano cuando nos presentan a alguien. Que el teletrabajo se instalará en nuestras vidas... Pero, tenemos que tener claro que también está en nuestras manos construir un presente y un futuro mejor, mirar hacia los retos a medio y largo plazo, no lo olvidemos. Eso sí, tampoco tenemos que entrar en esas predicciones que auguran un retorno con fuerza, tipo década de los 20 del siglo XX. No, las dinámicas son diferentes y no será así, todo será mucho más contenido.