Seguimos sin aprender: la inversión en I+D en España

Por EQUIPO AICTS / 18 de octubre de 2021

No es la primera vez, ni será la última, que tenemos que escribir en el blog de AICTS sobre la cuestión de la I+D en España. Es frecuente que aparezcan noticias que hacen referencia a las inversiones que se realizan en nuestro país en esa materia, y generalmente suelen ser para alertar de los déficits en la misma, especialmente en comparación con otros países del entorno y las medias europeas, etc. El último ha sido el pasado mes de septiembre cuando, un artículo de Javier G. Jorrín en El Confidencial contaba con el explícito título de "El drama de la inversión pública en España: la I+D se recortó un 19% en la última década". Los indicadores recogidos en el texto no dejaban lugar a dudas. Ese recorte del 19% en la inversión pública en I+D confirmaba a España como uno de los países europeos que más ha reducido sus presupuestos públicos en ese capítulo. España, según los datos recogidos de informes de Eurostat, invertía 144,2 euros por habitante en I+D de los partidas públicas de 2020, cuando en Europa llegaba a 225 euros por habitante, un 36% más. España se situaba lejos de países como Alemania (443), Países Bajos (341) o Francia (235). Y, si en la inversión pública el escenario daba para lo daba, en el caso de las empresas era todavía peor. La inversión de las mismas en I+D en 2019 representó un 0,7% del PIB. Con respecto a la Unión Europea, en esta categoría la inversión de las empresas europeas era un 109% superior a las españolas.

Como en tantas ocasiones, conviene partir de las bases de este escenario pero no detenernos en ellas porque, obviamente, ha pasado un tiempo que hemos podido utilizar en solucionar o mitigar ciertos déficits se que han tornado en estructurales. Recordamos cómo, en la segunda mitad de la década de los noventa, en España, que venía de construir un Estado de Bienestar y de acelerar para acercarse a los niveles de sus vecinos europeos en numerosas dimensiones, se comenzó a insistir en la I+D, luego se añadió la "i" de innovación, como un paso necesario que dar. Estábamos muy lejos de lo que se hacía en otros lugares y había que acelerar en ese sentido. Claro que, lógicamente, las bases de nuestra investigación y desarrollo se encontraban lastradas por décadas de atrasos y decisiones que no ayudaban, al contrario. Sin embargo, España iba a tener una buena oportunidad con unos años de crecimiento económico. Basados en lo que se basaron, la burbuja inmobiliaria y demás, pero años de crecimiento económico a fin y al cabo. No se consiguió cambiar mucho en ese sentido, a pesar de las proclamas y las buenas intenciones. Se demandaba y se reclamaba un mayor esfuerzo en I+D con el viento a favor. En el caso de las empresas, y habría que valorar la cuestión de los condicionantes de las mismas y sus visiones, la situación no era mejor, como hemos visto.

Luego, lo ya sabido, crisis de 2008 y pandemia de la covid-19 de 2020. Dos crisis que suponen rupturas, con soluciones diferentes, pero rupturas. Si en la de 2008, los recortes y ajustes presupuestarios de los años siguientes se llevaron por delante partidas presupuestarias del gasto público en pilares básicos del Estado de Bienestar, también lo hicieron en la I+D. La situación de las empresas quedó también muy complicada con lo que, la inversión en I+D no iba a ser la prioridad. De todas formas, en aquellos años también se insistía en que, de cara a afrontar la crisis y sus consecuencias, había que apostar más en esa dirección. La pandemia de la covid-19 mostró cómo, en un contexto diferente, la menor apuesta en ese sentido tenía también sus efectos negativos. Se puso en valor la necesidad de incidir en la investigación y el desarrollo. A fin de cuentas, sería la misma la que tendría un rol determinante para salir de la crisis. De nuevo, volvemos a escuchar las voces que reclaman esas inversiones como una apuesta de Estado.

En definitiva, a fuerza de ser reiterativos, de insistir en lo mismo, hay que profundizar en las inversiones en I+D porque es determinante como país y como sociedad. De acuerdo, igual no podemos llegar a los niveles de Alemania, por ejemplo, y es que tampoco se pretende porque las estructuras son diferentes, pero se podrán dar pasos y avances claves para que el sistema de la I+D en España, público y privado, gane músculo y se encuentre en otra tesitura. Si no lo hacemos, la precariedad del mismo irá en aumento, se seguirá sin poner en valor y acumularemos más déficits en ese sentido. Una vez más.