Crisis energética y desigualdades

Por EQUIPO AICTS / 29 de noviembre de 2021

Una nueva crisis ha irrumpido en los últimos meses. La energética y todo lo relacionado con las materias primas. Un escenario que ofrece numerosos debates y perspectivas en relación a las cuestiones geoestratégicas, con sus zonas grises, pero que va teniendo un fuerte impacto en la estructura social. Las desigualdades se recrudecen a partir de un panorama que no ofrece lugar a dudas. Y todo ello se une a las consecuencias de la pandemia de la covid-19 en la que todavía nos encontramos inmersos. Queda mucho camino por recorrer en este sentido y ya hemos hablado de los fondos de reconstrucción y de las medidas y direcciones que se están planteando en ese sentido, buena parte de las cuales generan dudas como las que apuntaba acertadamente Ramón González Férriz en un reciente artículo en El Confidencial. En el mismo, González Férriz centraba sus argumentos en el impacto de la digitalización y la sostenibilidad en la economía y en el empleo, con unos colectivos beneficiados y otros perjudicados. Sin cuestionar estas líneas, indicaba que no se podían asentar en reparto desequilibrado en el que se verán beneficiadas las grandes empresas frente a los pequeños y medianos agentes. Una realidad que hemos visto en no pocas ocasiones.

Sirva este escenario para situar el contexto porque, con las noticias y tendencias actuales, las desigualdades se acrecentarán sin duda alguna. Primero vino el impacto de la subida de la luz, un hecho que fue generando una gran incertidumbre mientras se observaban ascensos del precio de la luz que llevaban a una elevada incredulidad. Este aumento de la luz tendrá un gran impacto en cuestiones como la "pobreza energética", la cual se incrementará ante el hecho de que no serán pocas las familias y ciudadanos y ciudadanas que tendrán dificultades para afrontar un recibo de la luz en alza. A estos colectivos es presumible que se unan otros que tendrán que hacer recortes y ajustes en todo lo relacionado con los gastos domésticos y del hogar. En definitiva, un escenario que se complejiza todavía mucho más en un momento en el que también surgen incertidumbres respecto a la distribución de gas, por ejemplo.

En otro lado del contexto, todo lo que está ocurriendo con la carencia de ciertos materiales y productos necesarios para la producción en nuestros países. Recordando las variables geoestratégicas, hay que tener en cuenta el impacto en nuestras economías. Estamos inmersos en una dinámica en la que, cualquier parón o reducción de la actividad económica, tiene unas consecuencias tremendas sobre la estructura social, afectando inicialmente y en mayor medida a los colectivos más vulnerables. Este escenario también genera una elevada incertidumbre, una inestabilidad que es creciente a pesar del contexto ya señalado de los incentivos y planes de reconstrucción en relación a las consecuencias de la covid-19. Obviamente, también hay que tener en consideración cómo funcionan estos procesos con respecto a relatos y discursos, dentro de escenarios en los que la actualidad informativa marca y lo que hoy parecía "el fin del mundo", mañana o incluso en el mismo día, es olvidado. Sin embargo, no es menos cierto que esos riesgos están ahí y aunque, en no pocas ocasiones, el alarmismo se impone, también se dan situaciones que tienen sus consecuencias en el día a día y en las actividades productivas.

En cierto sentido, cayendo en un tópico, en ocasiones parece que nos acercamos a una especie de "tormenta perfecta", con no pocos frentes abiertos y dificultades que van surgiendo. Pero, este hecho no debe dejar de hacernos ver que estamos ante un escenario más global. Sin duda alguna, estamos recogiendo en parte frutos y consecuencias del modelo de Globalización que se ha construido y de las decisiones que se han tomado en nuestras sociedades. Retornamos a la pugna geoestratégica y al papel que Europa y países como España están ocupando en el mundo. Si con la covid-19 observamos y vivimos las consecuencias de las deslocalizaciones y de haber dejado de lado el sector secundario en nuestros países, con esta nueva crisis se confirma ese modelo que ha transformado de forma radical el tablero de juego, aunque ha mantenido las fichas de algunos actores. Entre ellos, nosotros. Insistimos, no podemos dejar de ver todo este escenario en un proceso más global, más estructural, un escenario que aumenta la desigualdad y que lleva a un incremento del malestar social. Al final, la cohesión social se ve amenazada por más frentes. Veremos.