Comedor escolar

Por EQUIPO AICTS / 19 de septiembre de 2022

Los análisis de los sistemas educativos y de las funciones que cumple la educación, en relación a la igualdad de oportunidades y a la reducción o amplificación de las desigualdades sociales, prestan una gran atención a los servicios complementarios y a todos los aspectos que rodean al sistema educativo. Muchos de ellos, como insistiremos, son fundamentales para que se produzca un aprovechamiento de las oportunidades que ofrece la educación. Con una educación universal, obligatoria y gratuita, fruto de la evolución de los Derechos Sociales, las desigualdades no se dan tanto en los costes directos, que no están presentes por la gratuidad señalada en la educación obligatoria, aunque también pesan aspectos como la elección de centro y el "efecto compañero", sino en otros aspectos complementarios.

Libros de texto, material escolar y, en otro nivel, actividades complementarias y extraescolares, son fundamentales en la reproducción de las desigualdades. Pero, no es menos cierto que con las transformaciones sociales vividas en las últimas décadas, otros ámbitos son fundamentales para analizar el papel de la escuela. Hablamos de aspectos vinculados a la conciliación y a cómo se han desarrollado servicios que antes no existían o no eran tan mayoritarios. Servicios como el de madrugadores, en el que las familias pueden dejar a sus hijos e hijas antes del inicio de las clases por los horarios de trabajo. El comedor escolar, otro aspecto fundamental, que se ha convertido en un gasto de las familias fundamental. O las actividades extraescolares que ofrecen los centros, además de la vinculación con los tipos de jornada, continua o partida. 

Sobre el comedor escolar se publicó a comienzos de septiembre un artículo en El País en el que se señalaba su papel y cómo no llega en España a uno de cada diez usuarios con ayuda para el mismo. En este sentido, también se indicaba que no pocos hogares con bajos ingresos se quedaban fuera de estas ayudas. Sobre el comedor escolar se ha venido también escribiendo y analizando su papel en la última década, especialmente con la crisis de 2008. Se señalaba que había muchas familias cuyos hijos e hijas podían contar con una comida que cumpliese todas las prerrogativas nutricionales gracias a este servicio. También se indicaba que, en los meses de verano, al no contar con dicho servicio, estos niños y niñas podrían no contar con una alimentación adecuada. Cuando realizamos estudios en el ámbito escolar, especialmente en el caso de etnografías escolares, encontramos no pocas situaciones y experiencias en las que se ofertan, por ejemplo, servicio de desayunos, fundamentalmente en centros  de especial dificultad, así como se articulan ayudas para familias vulnerables. Obviamente, no se llega a todo.

El comedor escolar es uno de esos servicios complementarios claves de los sistemas educativos. Son servicios en los que tendrían que producirse más ayudas e inversiones por parte de las Administraciones Públicas ya que, de esta forma, se llegaría a prestar una cobertura de estos servicios necesaria para el buen desarrollo de niños y niñas. Es también una realidad que, en casos de falta de variedad en la dieta, o con una elevada presencia de alimentos procesados, porque son más baratos, o directamente con determinadas carencias y dificultades para completar la cesta de la compra, se producen impactos negativos en niños y niñas que afectan a su rendimiento escolar. El comedor escolar ha servido para evitar algunos de estos escenarios. Y, en un contexto como el actual, con el aumento de la inflación como indicaba el artículo de El País, con más familias con dificultades y con mayores recortes en las cestas de la compra, su función puede ser más determinante.