Las caras de la inmigración

Por EQUIPO AICTS / 5 de diciembre de 2022

Las terribles y tremendas imágenes de la avalancha de inmigrantes en el puesto fronterizo entre Nador y Melilla el 24 de junio han mostrado cómo estos no recibieron asistencia sanitaria ni por Marruecos ni por España. Imágenes durísimas que tuvieron como fatal consecuencia el fallecimiento de al menos 23 personas y la demostración, una vez más, de cómo nuestro mundo tiene en este colectivo a uno de los más vulnerables. Como ocurre con tantas y tantas noticias, las referidas a inmigrantes, tanto refugiados como aquellos que no salen de sus países por causas vinculadas a una guerra, como es el caso de Ucrania, o a una catástrofe medioambiental, vemos la inmigración con una cierta distancia que nos lleva a olvidar la tragedia que puede darse en una frontera, como es el caso, en una patera que se hunde, o en las condiciones de los campamentos de Lesbos y otros muchos lugares. Nos encontramos, sin duda alguna, ante gravísimas vulneraciones de los Derechos Humanos.

Nuestras sociedades se han ido haciendo más diversas a medida que las migraciones, que siempre han estado presentes, se han intensificado. En un mundo cada vez más interconectado y globalizado, también muy marcado por las desigualdades, es lógico que individuos y familias tengan como objetivo mejorar sus condiciones de vida y poder construir proyectos vitales con un futuro más positivo que en sus lugares de origen, marcados por la pobreza o los conflictos y escenarios negativos vinculados a las condiciones naturales. Son personas y familias que llegan a nuestros países de formas muy diversas. Muchos de ellos lo hacen a través de largas y peligrosas travesías, atravesando el Sáhara y llegando a las costas mediterráneas para, en no pocas ocasiones, caer en manos de mafias que se aprovechan de esa situación de vulnerabilidad. Muchos de ellos y ellas no llegan a su destino, personas de todas las edades que perecen en el intento. 

Este es el primer punto en el que deberíamos mirar la inmigración, en el de personas que tratan de buscar un futuro mejor, un derecho fundamental e innegable. En el otro lado, las visiones que se centran en posiciones negativas, amenazantes, que utilizan a la inmigración como un "chivo expiatorio" y que enarbolan discursos racistas y xenófobos. Lamentablemente, nuestras sociedades, cada vez más diversas, también están sujetas a que estos discursos estén presentes, especialmente en contextos más complejos. No cabe duda de que la inmigración y la diversidad genera sus retos y desafíos y no debemos ignorarlos, al contrario, solo desde la comprensión de los mismos podremos darles una salida o solución. Queda mucho camino por recorrer.

La inmigración es una riqueza para nuestras sociedades, en todos los sentidos. Un reciente artículo de El País ponía el foco en qué ocurriría en España de no contar con los más de cinco millones de personas que han llegado del extranjero en las dos últimas décadas. Los datos, no por desconocidos, muestran el peso de este colectivo en sectores como la Agricultura, la Hostelería, la Industria Manufacturera o el Empleo en el Hogar. En definitiva, y como indica el artículo, el país se quedaría paralizado. Pero tampoco debemos quedarnos ahí porque, en no pocas ocasiones parece que a la inmigración la buscamos por una necesidad, porque precisamos de un tipo de trabajadores, porque nuestras tasas de natalidad son tan bajas que el crecimiento vegetativo es negativo... No es la única mirada que debe tenerse de la inmigración, aunque no somos inocentes porque también es la que se ha utilizado en no pocas ocasiones, y porque es la que también se ha empleado desde las instituciones.

En definitiva, la inmigración es un fenómeno complejo, obviamente. Un fenómeno que está protagonizado por personas, por hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes, que buscan un futuro mejor y que asumen muchos riesgos para encontrarlo. No es fácil tampoco la integración, la inclusión y la creación de sociedades interculturales, al contrario, presenta grandes retos en los que hay choques culturales y piezas que tienen que encajar. Pero hay que luchar contra los discursos xenófobos y racistas, así como no tenemos que ver a la inmigración únicamente como fuerza de trabajo o la que nos cuadrará las tasas demográficas. En definitiva, muchas caras en todos los sentidos, pero nos quedamos con las de las personas, personas que buscan un futuro mejor. Es un Derecho.