Tiempos de promesas
Por EQUIPO AICTS / 15 de mayo de 2023
Entramos en campaña electoral, aunque vivimos permanentemente instalados en las mismas, para las elecciones autonómicas y municipales en España. En el horizonte, diciembre aparece con unos comicios de carácter nacional. Pero, como decíamos anteriormente, estamos en un periodo en el que ya es difícil distinguir cuando se está en camapaña y cuando no. Obviamente, los carteles electorales, los debates, etc., junto con todos los ritos que van sucediéndose en estas dos semanas, muestran el final de un periodo en el los candidatos políticos intensifican sus mítines y actos. Son tiempos de promesas, de promesas que se centran en dos grandes ámbitos: lo abstracto y lo particular y concreto. Seguramente, al ser unos comicios de carácter autonómico y municipal, tengan mayor peso las promesas vinculadas a cuestiones más concretas del día a día, hecho que se constata más claramente a nivel local. Sin embargo, no dejan de estar presentes otras que son más abstractas, señalándose que es el futuro es luminoso, siempre que votes la opción que lo postula, que suelen ser todas si les votas a ellas.
Ciertamente, estos comicios, y el ciclo que inauguran, nos pillan en un proceso interesante y complejo por todo lo que ha ocurrido desde hace cuatro años. En esos momentos, el escenario que se dibujaba era el del crecimiento económico, que el mismo tuviese relevancia en la calidad de vida de los ciudadanos (aunque, paradójicamente, parte de ese crecimiento se debía a la precarización de las condiciones de trabajo, como un factor más para conseguir más beneficios), y el avance en determinados Derechos. Cuatro años después, con la crisis de la pandemia del Covid - 19, que parece que fue hace un siglo pero, no, fue ayer, y el deterioro mayor de las condiciones de vida de las clases trabajadoras y medias, aumento de los precios, inflación, intereses bancarios... el escenario es más difícil. Pero, por otra parte, los fondos de recuperación procedentes de Europa y la aceleración del consumo, muestran un dinamismo que se refleja en algunos indicadores como los relativos al empleo y al crecimiento del PIB. Sin embargo, hay que mirar la letra pequeña y los procesos subterráneos, sutiles, o no tanto, que están detrás, y que nos muestran un escenario todavía más complejo.
Las elecciones autonómicas y municipales se presentan también como una especie de ensayo para las nacionales de diciembre. Un error, frecuente, el pretender que estos mensajes se lleven a otros ámbitos, porque son cuestiones diferentes, sin negar su relación. En todo caso, en las elecciones autonómicas y municipales nos jugamos muchas decisiones que afectan al "día a día", a lo cotidiano, pero también al modelo de país y de sociedad que queremos. Y, en este sentido, ha entrado en campaña con fuerza toda la cuestión de la Sanidad y de su situación. Vivimos un momento de tensión para nuestros sistemas sanitarios, que sufrió lo indecible con la pandemia, y que no se ha recuperado. En estos momentos, con listas de espera, dificultades en la Atención Primaria, falta de profesionales, etc., los retos son mayúsculos. De esta forma, las propuestas en Sanidad están a la orden del día en el ámbito autonómico.
Sin embargo, también tenemos que ser conscientes de que puede que muchos de nuestros antiguos marcos para interpretar el sentido del voto y las expectativas ya no sirven. En un artículo de Esteban Hernández el pasado 13 de mayo en El Confidencial se apuntaban algunas claves sobre cómo mucha parte del voto joven había virado hacia la derecha y la extrema derecha. Estos procesos están ocurriendo en numerosos ámbitos y las variables que hace poco tiempo nos servían para explicar el voto, ahora ya no están tan claras, o directamente no sirven. En no pocos casos, muestran también las debilidades de las fuerzas políticas y de las ideologías para dar respuesta a un contexto tan cambiante. Lo que nos lleva a pensar en nuevos marcos que, partiendo de escenarios diferentes, recuperen los principios que construyeron un sistema basado en la equidad, el Estado de Bienestar, la corresponsabilidad, la redistribución, etc. El mundo actual, lamentablemente, no responde a los mismos, y los extremos se tocan en ese sentido.
Mención aparte, aunque ya los hemos mencionado, para los jóvenes y su situación ante los comicios actuales, y en general hacia el mundo de la política. Como están apuntando diversas encuestas y estudios, la abstención es más elevada entre los votantes más jóvenes, incidiendo otras variables como el origen socioeconómico. Además, y vinculándolo al artículo de Esteban Hernández al que hacíamos referencia en el anterior párrafo, también se observa una creciente polarización entre este colectivo. Generalmente, también suele señalarse que antes los jóvenes estaban más movilizados y concienciados, pero no está tan claro. De hecho, la despolitización de la juventud es un hecho al menos desde la década de los noventa del siglo XX, sin que, por otro lado, no hayan dejado de existir chicos y chicas que se han implicado en partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales. Pero, en general, esta despolitización ha ido a más, en un contexto de mayor individualismo. En estas elecciones, y para las que vendrán también, las promesas a la juventud, medidas vinculadas a la vivienda y viajes como en las últimas semanas, crecerán, pero hay también muchas limitaciones. En primer lugar, y muy importante, porque se dirigen a unos colectivos muy específicos, aquellos que proceden de clases sociales que pueden permitirse acceder al mercado de la vivienda como viajar a otros países. Quedan fuera numerosos colectivos que proceden de clases populares y trabajadoras, de clases medias con movilidad social descendente así como grupos en riesgo de exclusión social. Las soluciones para los jóvenes, para todos, pasan por las posibilidades de desarrollar un proyecto de vida que no se procastine hasta que se estabilicen en el mercado de trabajo, cosa que pasa cada vez más tarde.
Lo demás, promesas y promesas. Los ciudadanos tendríamos que ser más vigilantes ante los partidos políticos, coger los programas políticos y, si llegan a los gobiernos, ponerlos encima de la mesa para ver el grado de cumplimiento. Y, si están en la oposición, también es obligatorio que lleven a cabo este proceso y trabajen por el conjunto de la ciudadanía. En fin, tiempos de promesas, ¿cuántas se cumplirán?