Pantallas y adicciones
Por EQUIPO AICTS / 05 de junio de 2023
Las alarmas se encienden frecuentemente en relación a la situación de los niños, adolescentes y jóvenes con respecto a las pantallas y a la tecnología. Es una realidad que, en el mundo en que vivimos, forman parte de nuestra realidad de una forma global y holística. Lógicamente, esto es una obviedad porque es lo que nos ha tocado vivir. Sin embargo, no es menos cierto que se están generando una serie de escenarios que afectan especialmente a estos grupos de edad. Las llamadas de alerta son continuas desde hace más de una década, con numerosos estudios, investigaciones, etc. Pero, por otra parte, tampoco es menos cierto que se dan generalizaciones y paradojas, cuando no contradicciones y disonancias, con respecto no solo a la relación de las tecnologías con los grupos más jóvenes, sino con el conjunto de la sociedad. Veamos.
En primer lugar, no debemos ni caer en el determinismo tecnológico ni en una suerte de neoluditismo con respecto a las TIC. En sí mismas, son herramientas que ofrecen una gran cantidad de oportunidades y beneficios, dependiendo del uso que hagamos de las mismas. Y esto también lo podemos aplicar a las Redes Sociales, auténtico caballo de batalla con respecto a estas cuestiones, especialmente en relación a los más jóvenes. Los avances que ha permitido la evolución de las tecnologías, en todos los campos, son indiscutibles. Por poner una serie de ejemplos, ahí queda el acceso a la información, las posibilidades que ofrece a la comunicación, entre otras muchas. En el lado contrario, no cabe duda de que hay peligros vinculados a las "adicciones a las pantallas" y a las brechas digitales que se generan y reproducen. También se pueden situar diferentes hitos en todo el proceso de las tecnologías, obviamente la universalización de Internet, las Redes Sociales, el Smartphone o la opción de llevar un ordenador en el bolsillo de forma accesible, y ahora ya estamos involucrados en la Inteligencia Artificial (IA).
Como decíamos, niños, adolescentes y jóvenes son colectivos que sufren en mayor medida la denominada "adicción a las pantallas". Hay que tener en cuenta que son grupos que, por edad, han nacido ya en una era digital por lo que es lo "natural" haberse encontrado con ellas como algo cotidiano. Es ese concepto de "nativos digitales", que también cuenta con limitaciones que no reflejan la heterogeneidad de los grupos y que implican una visión sobre los otros que no lo son, los "inmigrantes digitales". Pero, esa es otra historia. Es también un hecho que, a medida que son más jóvenes, la accesibilidad a los dispositivos se ha convertido en más frecuente y a edades más tempranas. De esta forma, había generaciones que iban teniendo sus "temores" y precauciones, pero la ola se acaba imponiendo y, en general, porque recordemos que hay una elevada diversidad de situaciones, las pantallas están cada vez más presentes. Además, esto nos lleva a unas generaciones cada vez más basadas en la imagen, la inmediatez, etc., en parte marcadas por las Redes Sociales que son más frecuentes entre estos grupos: Instagram y TikTok.
Pero cometemos un error también si identificamos únicamente a estos colectivos con estas situaciones. Solemos criticar a los jóvenes y adolescentes por su uso de las tecnologías y Redes Sociales, ponemos como ejemplo el banco en el que cuatro o cinco adolescentes están sentados y no hablan entre ellos, pegados a las pantallas. Pero, en realidad, muchas personas, de cualquier edad, hacen lo mismo. Basta darse una vuelta por una terraza de una cafetería, por ejemplo. O también observar cómo el móvil es una herramienta más. Sin olvidar que igual muchas personas no están en Instagram, donde también hay muchas que están, o en TikTok, pero la presencia en Twitter y Facebook no deja de ser una realidad. Es decir, antes de mirar en ciertas direcciones, que también, igual conviene hacerlo sobre nosotros mismos.
Otro aspecto, que en este blog hemos señalado en otras ocasiones, especialmente desde la pandemia del Covid-19, es la cuestión relativa a las brechas digitales. No vamos a incidir en ella de nuevo, aunque regresamosa a la cuestión de las desigualdades en relación a los resultados de un estudio de la Fundación Gasol que muestra cómo el riesgo de adicción a las pantallas es mayor en las familias de renta baja, como publicó un artículo de El País hace unas días. Entre uno de los factores que se presentan que genera un mayor riesgo es una mayor situación de estar solos, dando lugar a que las alternativas de ocio sean menores. También se señalan situaciones de desestructuración familiar que inciden en ese mayor riesgo. De esta forma, se observa cómo hay escenarios en los que hay trabajar para evitar estas adicciones que contribuyen a la reproducción de las desigualdades. Pero, por otra parte, la digitalización es uno de los principales vectores de nuestras sociedades, insertada de forma transversal en todos los planes y programas de las Administraciones Públicas en sus diferentes niveles. Esta digitalización, como no podía ser se otra manera, también está presente en el sistema educativo. De esta forma, se presentan una serie de contradicciones en relación a la digitalización, las brechas digitales y una serie de consecuencias no deseadas de las acciones.
Las adicciones a las pantallas son una realidad, obviamente. Afectan a niños, adolescentes y jóvenes, pero también a cualquier persona. Sin embargo, las consecuencias y efectos a corto y medio largo plazo son más complejos en los primeros grupos. Además, la variable socioeconómica también puede contar con peso no solo en la brecha digital sino en una mayor adicción y dependencia de las pantallas. Hay que contemplar todos los riesgos e imprevistos que puede generar un proceso de digitalización que, en no pocas ocasiones, parece centrarse en una suerte de determinismo y optimismo vinculado a la misma que, en definitiva, también tiene su cara B.