Hacer una pausa

Por EQUIPO AICTS / 18 de diciembre de 2023

Nuestro modo de vida se articula a través de la velocidad y de un consumo del tiempo acelerado. Vivimos épocas basadas en una constante actividad, tanto a nivel personal como laboral. En relación a lo primero, ocupamos las horas libres que nos quedan con numerosas actividades, parte de las cuales están destinadas al ocio que son notificadas y retransmitidas a través de las Redes Sociales. Además, las responsabilidades familiares también van creciendo, especialmente si se tienen hijos, ya que que nos vemos absorbidos también por numerosas actividades extraescolares. En el plano laboral y profesional, las cosas no van mejor. Al contrario, hay numerosos empleos en los que la división del tiempo entre lo doméstico y el mundo del trabajo se ha difuminado. La pandemia dio lugar a un acelerón en ese sentido. E, igualmente, se han incrementado los ritmos de trabajo y las exigencias en los mismos.

Hace unos meses, se puso muy de moda, y fue muy difundido, el concepto de "la gran dimisión". Dicho fenómeno aludía a cómo trabajadores y trabajadoras, de sectores cualificados, iban dejando de lado sus actividades para buscar unas vidas más pausadas y plenas. Como decimos, tuvo una gran visibilidad, lo cual daba a entender que casi cualquier trabajador o trabajadora podría tomar dicha decisión, hecho que no era cierto, obviamente. Los reportajes y artículos hacían referencia a no profesionales que estaban en actividades vinculadas a las grandes consultorías, tecnológicas, universidades e investigación, etc. En definitiva, una cuestión muy puntual para personas que podían permitirse el lujo de tomar esas decisiones. La gran mayoría de la sociedad no está en esas circunstancias.

Sin embargo, la velocidad de la vida que llevamos sí que precisa de que hagamos una pausa. No sabemos cómo ni de qué manera, pero no cabe duda de que los tiempos que vivimos son de la inmediatez, del ahora y del todo para ayer. La planificación, en no pocas ocasiones, queda en un segundo plano porque, en el mismo momento, va a surgir una urgencia que vamos a tener que atender. Aunque, como bien sabemos, igual no es para tanto o puede esperar. Las tecnologías han ayudado, sin duda alguna, a que vivamos de esta forma. Llevar un ordenador en el bolsillo nos tiene permanentemente conectados y en una alerta continua. No dejamos de mirar el móvil para ver si hemos recibido un WhatsApp, un correo o nos han dado a "Like" en la red social de turno, sin olvidarnos de seguir las mismas para ver qué imágenes o informaciones cuelgan otras personas. Una locura.

Seguramente, "consejos vendo que para mí no tengo", algo que es muy frecuente desde nuestro ámbito, el académico, en cuestiones como las que no ocupa. Y es que, sin duda alguna, también somos especialistas en estar ocupados a todas horas. No hay duda de que las carreras investigadoras y académicas se han vuelto más duras y complejas, con mayores exigencias, lo que nos lleva también a estar constantemente activos. Como en la mayor parte de los casos, se produce una sensación de no llegar o de estar corriendo en una baldosa.

Hacer una pausa es necesario porque, con estos ritmos, nos vemos abocados a la ansiedad, al estrés y a situaciones que afectan a nuestra salud mental. Vivir a toda velocidad y a la carrera, en todos los sentidos, implica que no podamos disfrutar plenamente de lo que hacemos. Es frecuente decir, "hemos hecho esto, vamos a otra cosa". Y solamente cuando echas la vista atrás, te das cuenta de lo realizado. Sí, se disfruta mucho del camino, pero con los ritmos de vida que llevamos, perdemos muchas veces las perspectivas. Parémonos en ocasiones porque, de lo contrario, nos olvidaremos de cuestiones muy importantes.